En las escenas del "Juicio Final" que Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina aparece el personaje mitológico Caronte que amenaza con el remo de la barca a los que quieren subirse a ella sin pagar. Actuaba como barquero que llevaba las almas de los muertos hasta el Averno. Varios son obligados a subir a la barca de Caronte con la más espantosa de las violencias. Caronte es uno de los monstruos más horribles que Miguel Ángel pintó en este cuadro del "Juicio Final" que terminó el 18 de noviembre de 1541.

En la mitología griega, Caronte era el barquero de Hades, encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte, si tenían un óbolo para pagar el viaje, razón por la cual en la antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua. Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte; pasado ese tiempo Caronte accedía a portearlos sin pagar.

A Caronte se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros, que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba a la orilla del río Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje.

Caronte dejó pasar a Heracles (Hércules) sin pagar, por cuyo motivo fue encarcelado durante un año. Otro mortal que logró "cruzar dos veces el Aqueronte" fue Orfeo, quien encantó a Caronte y a Cerbero para traer de vuelta al mundo de los vivos a su amada Eurídice muerta, pero la perdió definitivamente en el viaje de vuelta. En cambio, Psique logró hacer el viaje de ida y vuelta estando viva.

Caronte es frecuentemente representado en el arte de la antigua Grecia en jarrones funerarios decorados con escenas de muertos en su barca. Caronte aparece como un tosco marinero ateniense vestido de color marrón rojizo, tomando el palo de su barca con su mano derecha y usando la mano izquierda para recibir al muerto.

Dice Virgilio en la "Eneida"; "Guarda aquellas aguas y aquellos ríos el horrible barquero Caronte, cuya suciedad espanta, sobre el pecho le cae desaliñada luenga barba, de sus ojos brotan llamas, una sórdida capa cuelga de sus hombros prendida con un nudo, él mismo maneja su negra barca con un garfio, dispone las velas y transporta en ella a los muertos, viejo ya, pero verde y recio en su vejez, cual corresponde a un dios".