Hubo en España un ministro de Hacienda, en el gobierno del conde de Toreno, primero, y presidente del Consejo de Ministros, después, que haciendo uso de sus facultades cuasi-dictatoriales, llevó a cabo importantes acciones. Entre ellas, y tal vez como consecuencia de su origen judío, la muy importante, por el mismo asunto y por sus efectos que llegan hasta estos momentos, Desamortización. Cuando llegó al poder se encontró con la existencia de muchísimas riquezas en lo que él llamó "manos muertas". Una de estas "manos muertas" era el clero, inmensamente rico, como consecuencia de la largueza de muchos fieles que, unos por benevolencia y otros por intentar el perdón de sus culpas, donaban a la Iglesia sus posesiones, antes de su muerte unos y por testamento otros. No satisfizo a don Juan Álvarez Méndez (al que conocemos por "Mendizábal") que el dinero estuviera en poder de las personas que no realizaban trabajos productivos para la sociedad, según su opinión. Lo que él llamó "manos muertas".

En virtud de aquella opinión y del poder omnímodo que él poseía, decidió desamortizar los bienes de los religiosos varones. Llevó a cabo, por tanto, la expropiación de aquellos inmensos bienes. Y, siendo una verdadera "expropiación" lo que efectuó, hubo de acceder a una contraprestación. Era imposible que el Estado pagara aquellos bienes, que -naturalmente- vendió a particulares adinerados, quienes aprovecharon la ocasión para adquirir a bajo precio lo que en adelante fueron grandísimas fortunas. (Un ejemplo en el término de Toro fue la finca riquísima, lindera con el Monte de la Reina que adquirió el marqués de Villachica, unida al terreno que había junto a la plaza de San Francisco de la Ciudad de las Leyes. En este terreno urbano -en el que se han construido viviendas ocupadas por significadas familias toresanas- su hija, doña Victoriana Villachica, construyó un espléndido edificio que, después, por sucesivas disposiciones, ha revertido a la Iglesia, representada por la diócesis de Zamora).

La importante contraprestación que satisfaría el Estado, al que representaba don Juan Álvarez Méndez (para el que su elevada estatura ha conseguido en la historia el sobrenombre de "don Juan y Medio"), consistiría en que la Hacienda Pública pagaría, en nombre de la Iglesia, costosos gastos convenidos, entre los cuales figuran los sueldos de los sacerdotes que prestan sus servicios en las parroquias, como ejemplo más conocido.

Viene esto a cuento del rumor, o algo más, de que determinados partidos políticos, escandalizados, sin duda, por lo que ellos llaman "privilegios de la Iglesia", exigen que la Iglesia satisfaga a la Hacienda pagos, por ejemplo el IBI, basándose estos señores en que los ciudadanos deben ser todos iguales; y la Iglesia debe ser un ciudadano más, aunque sea persona jurídica.

Supongo que el Gobierno de turno, si esos rumores son sustituidos por acciones concretas, procurará que entren en razón, antes de proceder a complacerlos. Opino que los juristas tendrán esto muy claro -y hay en los gobiernos buenos abogados del Estado- y harán saber los arduos problemas que supondría proceder a dejar anulados esos efectos jurídicos de la Desamortización. Serán más fáciles tal vez unos capítulos que otros pero, quedándonos solo en el IBI, tan mentado, ¿cuánto valor habría que asignarle a las catedrales españolas, muchas de ellas tan valiosas, para atribuirles la "cuota a pagar" por contribución?

Sin que lleguen al ingente valor de las catedrales y demás monumentos, que hoy están en poder de la Iglesia, los menguados sueldos que perciben los eclesiásticos suponen unos cuantos millones mensuales. ¿Dejarán -esta es otra cuestión- en el paro y sin sueldo a tantos trabajadores que hoy están empleados en tareas de la Iglesia? Y no quiero entrar en las importantísimas labores que la Iglesia proporciona a los ciudadanos y que supondrían para el Estado una carga imposible de soportar. Se han hecho unos ligeros cálculos cuando se ha tratado de la tan atacada enseñanza "concertada" de los Centros de Enseñanza. Un historiador podría hacer un estudio laborioso y valioso sobre la misma Desamortización y decirnos, aunque fuera con cálculo aproximado, el problema suscitado por la supresión de eso que llaman "Privilegio de la Iglesia Católica".