España ha tenido que ir sacando, desde hace ya algún tiempo, dinero del Fondo de Reserva de la Seguridad Social ("hucha de las pensiones", en lenguaje coloquial) para poder cubrir las necesidades de pago de las pensiones contributivas cuando la economía se ha debilitado. Esta debilidad ha sido causada, en parte, por el aumento considerable del desempleo, provocando una caída más que razonable de cotizantes de la Seguridad Social unido al aumento de las personas en edad de jubilación.

Ese ronroneo, en boca de todos, no era muy trascendente hasta que el Consejo Económico Social (CES) dispara todas las alarmas al afirmar que el Fondo de Reserva se agotará, "probablemente", a finales de 2017 si no se pone algún remedio. Ante ese jarro de agua fría hubo que aclarar que las pensiones estarán garantizadas. Otra cosa será, añado, su cuantía.

El Fondo de Reserva de la Seguridad Social se crea en 1997 por recomendación del Pacto de Toledo y de la necesidad de establecer fondos especiales de estabilización y reserva, destinados a subsanar futuras deficiencias en el sistema de reparto de nuestra solidaria Seguridad Social. Este Fondo Soberano de Inversión se alimenta del superávit de las cotizaciones y se realimenta a través de la inversión en deuda. La primera aportación fue de algo más de 600 millones de euros en el año 2000. Hasta 2010 pudo ahorrar debido a que el número de trabajadores en activo era suficiente para sufragar la totalidad de las pensiones públicas.

Pero la "hucha" se acaba y habrá que buscar fuentes alternativas (vía impuestos según políticos, sindicatos y expertos) para compensar las cantidades que se vienen extrayendo del Fondo. Las pensiones han sido muy importantes durante la crisis, tanto es así que muchos hogares han aguantado gracias a que tenían como referencia alguna persona jubilada en su seno. O creamos de forma particular nuestro propio Fondo Personal como complemento a esa pensión que no desaparecerá pero que será inferior, seguro, a la actual. Las últimas reformas de las pensiones han ido por ahí: han limitado su revalorización, se retrasa la edad de retiro y se ha aumentado el periodo de cómputo para su cálculo. Reformas, habrá más y más duras, imposibilitando mantener el poder adquisitivo similar al que se tenía en activo.

Nuestros mandatarios, que no lo tienen fácil en este sentido, hacen que me reitere en lo de siempre: algo tenemos que hacer por nosotros mismos para compensar la carencia de esa parte de la pensión que el Estado no nos puede proporcionar. La fábula de la cigarra y la hormiga creo que nos proporciona una buena lección al respecto.

Cuando el individuo está en activo, adquiere un nivel de vida adaptado a sus necesidades. Al jubilarse, pierde algunas necesidades, lo que provoca que con el 70% de los ingresos se mantenga el nivel de vida adquirido. Al paso que llevamos, el 70% mencionado no podrá ser aportado por la pensión adquirida y habrá que recurrir al ahorro que hemos ido acumulando durante toda nuestra vida laboral.

El dilema que nos podemos encontrar es cuándo comienzo y cuánto necesito para mantener nuestro nivel de vida cuando lleguemos a la época dorada. El cuándo es el más fácil de contestar porque, aunque veamos por delante toda una vida, todo llega por lo que si se comienza ahorrando desde el principio y ese ahorro se rentabiliza adecuadamente, aprovechando el efecto que produce el interés compuesto, mejoraremos el complemento a nuestra pensión del Estado. Es decir, comenzar a ahorrar para la jubilación desde el primer empleo contesta al cuándo porque así será más productivo y menos costoso.

El cuánto ya es otra historia porque ni los expertos se ponen de acuerdo. En cualquier caso, cada uno es diferente pero sí creo que se puede dar una cierta aproximación. La aseguradora Aviva y la consultora Deloitte han redactado un informe en el que dicen que cada trabajador y durante 40 años debe de ahorrar 7.700 euros al año para mantener su nivel de vida. El valor del dinero, como sabe, va variando con el paso del tiempo atendiendo a la inflación u otras causas exógenas. Con esto quiero decir que esos 7.700 euros, dentro de unos años, pueden suponer un gran o un mínimo esfuerzo para conseguirlos.

Por otro lado, Deutsche Bank nos sorprende diciendo que debemos de llegar a la jubilación con un ahorro de 100.000 euros para mantener un nivel de vida similar a la etapa de actividad.

No obstante, el importe ahorrado varía en función del nivel de ingresos y la edad actual: recuerde que a mayores ingresos, mayor patrimonio es necesario acumular. Hay multitud de variables: edad de jubilación, esperanza de vida, capacidad de ahorro, nivel de ingresos, pensión que se recibirá, aventuras y desventuras en nuestra vida laboral y en la gestión del patrimonio, etc.

Otro tema también muy importante es el tiempo necesario de cotización para poder optar a una jubilación "digna". En ese sentido también, como decía, se están llevando a cabo reformas que no harán otra cosa que mermar el importe al que tengamos derecho.

Se trata, en definitiva, de planificar nuestra vida laboral y nuestro ahorro, sin tener en cuenta la cuantía de la pensión de la Seguridad Social, para vivir la época dorada y disfrutar de aquello que no se pudo en su día debido a nuestra actividad. Los sistemas públicos no podrán garantizar el mantenimiento de nuestro nivel de vida en actividad.

Según otro estudio, solo 3 de cada 10 jubilados en España cuentan con ingresos alternativos a la pensión. Ese mismo estudio sostiene que la inmensa mayoría de los jubilados ahorra de sus ingresos con el fin de afrontar algún posible imprevisto. Este dato no deja de ser curioso: se ahorra cuando se debe disfrutar de lo ahorrado y se gasta cuando se debe ahorrar para un futuro mejor.

La "hucha" de nuestro abuelo se agota, se agotará y se romperá. No creo, al menos que yo lo vea, en la creación de una nueva para compensar las carencias como se ha estado haciendo hasta ahora.

(*) Trader independiente