Premisa de partida: la inmensa mayoría de alcaldes de los pequeños municipios de Castilla y León merecen un monumento. Salvo honrosas excepciones e indistintamente del color político que gobierne en los diferentes ayuntamientos de la región, la figura del alcalde es clave en una región caracterizada por el minifundismo municipal, esto es, con muchos y pequeños pueblos, donde los recursos públicos son escasos para hacer frente a las necesidades de todo tipo: saneamiento y pavimentación, mantenimiento de consultorios médicos, comedores sociales o centros de día, etc. La lista de las necesidades es casi infinita. Pero si además los ayuntamientos quieren promover y activar procesos de desarrollo local para retener a la población y crear estructuras estables de futuro, entonces los retos son tan gigantescos que, sin el apoyo y la cooperación de todos, no hay nada que hacer.

Premisa intermedia: el futuro de los pequeños municipios de Castilla y León, al igual que el de cualquier persona, institución u organización social, no está escrito de antemano, es una página en blanco que debe colorearse y escribirse todos los días. Aunque es verdad que estamos acostumbrados a ver, leer y escuchar que los problemas del mundo rural y de manera particular los de las localidades más diminutas son enormes y que las alternativas no se otean en el horizonte, no hay nada peor que encarar la espera desde el pesimismo, la melancolía o la resignación. Ya sé que muchos lectores estarán pensando ahora mismo que soy un ingenuo, que peco de excesiva confianza y que una cosa es predicar y otra, muy diferente, dar trigo. Y es posible. Ahora bien, en muchas más ocasiones de las que pensamos, los árboles de los problemas cotidianos de las zonas rurales no nos permiten ver el bosque de las posibilidades reales de actuación, lo cual impide que se puedan impulsar dinámicas innovadoras de actuación y encarar el futuro desde un tono mucho más confiado y optimista.

Corolario: si en los últimos años se han puesto en marcha numerosos proyectos de desarrollo y se ha demostrado que hay alternativas para encarar los problemas de las zonas rurales de Castilla y León, ¿por qué razones nos cuesta tanto aprender de quienes han sido innovadores y han demostrado con hechos que sí existe futuro en el medio rural? Fue una de las muchas lecciones que obtuve el pasado miércoles en la localidad salmantina de Calzada de Valdunciel, en una nueva edición de la Escuela de alcaldes, una magnífica actividad surgida en el ámbito del Foro Fuentes Claras, otra magnífica iniciativa que desde sus inicios hasta la actualidad ha servido para valorar y dar a conocer proyectos de desarrollo realizados en pequeños municipios de Castilla y León. Pues bien, en estos encuentros siempre se presentan iniciativas que ya han sido testadas en distintas zonas; sin embargo, en muchos casos, la incredulidad de los asistentes sigue siendo aún la tónica dominante. Lo cual, si se fijan bien, dice mucho de la atmósfera vital que rodea la vida cotidiana del mundo rural.