Tenemos que tener presente que, desde siempre, los fermosellanos eran hombres decididos y valientes, tenaces y emprendedores, trabajadores y amantes de su pueblo, virtudes todas ellas que se han ido trasmitiendo de generación en generación y constituyen hoy en día ese tan preciado patrimonio del "Amor al Trabajo" y que, a través de su "Virgen de la Bandera", polarizan la devoción católica de los fermosellanos con su entrega total a su excelsa patrona.

Fermoselle empieza donde acaba la comunidad de Castilla y León y donde también termina España, porque más allá del cruce de Duero, el campo que se divisa pertenece a la nación portuguesa.

No cabe duda de que Fermoselle es uno de los municipios más hermosos de la región. Aunque oficialmente está enclavado en la comarca sayaguesa, granítica y austera, la realidad es que no tiene nada que ver con ella, pues hasta los cultivos tradicionales son muy diferentes. Fermoselle tiene viñedos, olivos y frutales, mientras Sayago es tierra ganadera por excelencia.

Conocer Fermoselle es de obligado cumplimiento para todo castellano-leonés. Es un enclave turístico cuya contemplación despierta grandes emociones. Está claro que el futuro es el turismo para estas tierras del oeste zamorano.

Para su visita tendremos que recurrir a la carretera regional 527 Zamora-Fermoselle. Saliendo de la capital de la provincia se encuentra a muy pocos kilómetros el pueblo de Pereruela, conocido por su tradición alfarera, y a continuación se verá, sobre un llano, el Teso de Bárate, testigo de las primeras escaramuzas guerrilleras de Hispania por parte de Viriato.

Más adelante nos encontraremos con Bermillo, la cabecera de comarca, Villar del Buey, y por fin aparecerá majestuosamente el gran embalse de Almendra, que es donde podemos decir que empieza el término de Fermoselle, con su orografía agreste y pintoresca, divisando los carismáticos Arribes del Duero. En estos parajes se juntan los ríos Duero y Tormes, encajados entre ingentes roquedales, generando uno de los parajes más bravíos y espectaculares de los citados Arribes. Este encajonamiento de los ríos, da lugar a un clima más benigno que en el resto de la comarca, desarrollando cultivos como el olivo, el viñedo, y toda clase de frutales. En el siglo XVIII se plantaron 30.000 pies de olivos. Pese al escepticismo de los vecinos su éxito fue casi absoluto, manteniéndose el cultivo en nuestros días y produciendo sabrosos aceites en su almazara.

La tradición del cultivo del viñedo es centenaria, pues siempre se elaboraron excelentes vinos. En la actualidad existe la Denominación de Origen Arribes del Duero, compartida con espacios de la provincia de Salamanca. Según algunos enólogos de la comunidad, bien elaborados estos vinos, podían ser los mejores de la región, pues sus uvas tienen características especiales para determinados vinos.

Fermoselle es pobre agrícolamente, pero el esfuerzo tesonero de sus habitantes con su trabajo en este sector, incrementó su población, hasta hacer imposible el trabajo para tanto personal. Por eso tuvo que aparecer en grado sumo la emigración, que se repartió por toda América y Europa. La población pasó de 4.600 habitantes en el año 1900 hasta los 1.500, más o menos, actuales. Dada la fama de trabajadores, los fermosellanos eran poco conocidos en el "paro" en todos los lugares que se asentaron, más bien los buscaban los emprendedores y empresarios. Pocos lugares habrá en el planeta donde no haya algún fermosellano. Hasta en Cataluña los he visto en manifestaciones, pero con su bandera constitucional española, nada de esteladas ilegales y anacrónicas. Con esta intensa emigración ha disminuido la presión demográfica con cambios en el paisaje, como la reducción de superficie labrada y cierta recuperación del monte y el sotobosque.

Hablar de Fermoselle es hablar de los Arribes del Duero, cuyo trayecto total es de algo más de 100 km por tierras de Zamora y Salamanca. El Duero desciende más de 400 metros para pasar de Zamora a tierras portuguesas. Tal desnivel provoca un fuerte encajonamiento del río, originando un microclima como hemos dicho anteriormente.

Fermoselle es un pueblo con casco urbano grande, dominando, desde muy alto, parte del recorrido del Duero, viendo sus campos abandonados en hermosas terrazas y bancales donde en algunos se cultiva todavía. Es muy confortante cuando se contempla el paisaje, el ver volar en los cielos majestuosamente toda clase de aves, desde milanos, alimoches, águilas reales, buitres, hasta los más humildes, mirlos y urracas. No será muy difícil ver también la simpática cigüeña negra que alberga estos parajes.

Durante parte de la Edad Media todos estos territorios dependían del Reino de León y solo cuando Portugal se independizó, surge una nueva frontera. La Batalla de Aljubarrota, ganada por los portugueses, supone para Fermoselle y los Arribes la pérdida de contacto con sus vecinos del oeste, pues surge una nación con un idioma diferente y una frontera. En esta época el tránsito de mercancías y de personas se hacía a través de una barcaza en el pago de la Múrcena. Aparece el contrabando, muy vigilado en ambas partes de la frontera. El Cuerpo de carabineros es el que se encarga de la vigilancia de la parte española.

Si todavía no conoce la villa del obispo Acuña en la época de los comuneros, o la del retiro o descanso de Doña Urraca, sus paisajes y tradiciones? Visite Fermoselle, y escuchará los sonidos de la Campana Torera citándolo para las fiestas populares de agosto con sus famosos encierros y corridas de novillos y toros.