La Generalitat vuelve a desafiar a la Justicia. Hace décadas que Aragón viene reclamándole todas y cada una de las piezas que componen el conocido como Tesoro Artístico del Monasterio oscense de Sijena, repartidas entre los almacenes del Museo Nacional de Arte de Cataluña, que hasta la fecha ha prescindido de incorporarlas a sus exposiciones permanentes, por algo será, y el Museo de Lérida. Estamos hablando de 200 obras de arte. De piezas como las valiosas pinturas románicas que hace 80 años fueron arrancadas de los muros del monasterio de Sijena, amén de las que componen la colección conocida como "bienes de la Franja", bienes eclesiásticos que corresponden a distintas parroquias de Huesca.

La autoridad eclesiástica y la judicial, han dado la razón en todo momento al Monasterio de Sijena y a Huesca, ordenando la devolución de los tesoros, pero ¡que si quieres arroz Catalina! Como el que oye llover, la Generalitat ni se ha inmutado. Es más la portavoz del Govern, ha asegurado que el conjunto del ejecutivo catalán es "solidario" con el conseller de Cultura, Santi Vila, en el conflicto con Aragón por los bienes del Monasterio de Sijena, y ha reiterado que esas obras "no se mueven de Cataluña". Que no, que no los moverán, lo diga quien lo diga, ni la Justicia humana ni la divina. La Generalitat no atiende otra justicia que no sea la catalana que, obviamente, barre para casa.

Y todo esto a cuento de un suceso que tuvo lugar en 2011, cuando, en medio de las protestas de la Junta de Castilla y León, que no sirvieron para absolutamente nada, volvieron a Cataluña los llamados "papeles de Salamanca". Sí hombre, aquellos documentos incautados durante la Guerra Civil, custodiados hasta entonces en el Archivo de Salamanca. Aquello fue un expolio en toda regla que el Gobierno de Rodríguez Zapatero aplaudió. Un expolio que dejó al descubierto, una vez más, que en Cataluña sigue aplicándose la ley del embudo, para ellos lo ancho y para el resto de España, más mema que de costumbre, lo estrecho.

En Cataluña siempre se salen con la suya que, por cierto, nunca es la nuestra. Porque aunque sea la nuestra, ellos consiguen darle la vuelta a la tortilla para llevar la razón o hacer creer que llevan la razón. De los famosos papeles que se devolvieron, cuántos de ellos no tenían que haber ido a parar a Cataluña como se demostró. Pero, a diferencia de la Generalitat, por estos lares se cumplió la ley. Aquel proceso de restitución dejó mucho que desear, pero, una vez devueltos, a ver quién era el guapo que los volvía a reclamar, aunque hubo muchos voluntarios. Si se hubiera hecho lo que Cataluña hace con lo que despojó o incautó a los demás, a lo mejor se le habían bajado los humos y no se mostraba tan farruca.

Aragón y Cataluña, con todos los pronunciamientos, además de la razón, a favor de Aragón, siguen sin acuerdo alguno. Pero los aragoneses luchan, no como en Castilla y León que vamos siempre de perdedores y perdedores somos. Aunque la razón nos asista.