nada más despertar, a las 6:45 a.m. de ayer, Internet andaba remolón, y tras unos minutos solo logré que me diera una entradilla con la caída de la Bolsa en México ante el avance de? (aquí se paraba la entradilla, pero di por supuesto que era Trump, claro). De este modo me llegó con cierta suavidad la noticia, pues la siguiente era la caída de estados clave, sin alcanzar aún la mayoría. Al salir de casa todo estaba igual que siempre (las calles, los semáforos, la gente a lo suyo), y fui el primero en decirme que al final no sería para tanto. Entre ese momento y el de sentarme al ordenador hablé con tres personas, que usaban parecido analgésico ("en el primer mensaje su tono ya fue distinto al de campaña", "¿no pensábamos lo mismo de Reagan al llegar?", "lo peor para México, que está tan cerca"). Luego, en frío, me digo: Europa tendrá que ponerse las pilas, y hasta comprar espadas.