Qué puede llevar a una chavalita de 12 años, a beber hasta perder el sentido? A los 12 años se bebe agua, zumos, refrescos, batidos de chocolate. ¡Yo qué sé! A lo mejor estoy un poco desfasada. El alcohol, ni a los doce ni a los veinte ni en adelante. Salvo si se sabe dosificar. Salvo si se sabe beber con mesura. Pero nunca, en ninguna circunstancia con doce años de edad. Aun con menos beben muchos chavalitos y cada vez más chavalitas que algo buscan en los grados de esos brebajes que se preparan en fiestas de todo tipo y fundamentalmente cuando el botellón toca a rebato.

La muerte de la menor de 12 años, por coma etílico en el madrileño municipio de San Martín de la Vega, ha devuelto al primer plano de la actualidad la polémica del excesivo consumo de alcohol entre adolescentes. El padre de la pequeña fallecida ha confesado que esa no era la primera vez que su hija bebía, se sobrentiende que en cantidad, la calidad estimo que dejaría mucho que desear. Alguna vez el alcohol tenía que darle un susto. Lo suyo hubiera sido impedir que llegara ese momento, porque cuando llegó, el susto fue mortal.

Da pavor saber que consumir alcohol en exceso es una forma de diversión que lleva demasiados años asentada en España, puesta de moda en España sin que nadie ponga freno. Si no es el establecimiento público, es la calle y si no las fiestas particulares donde no se pregunta la edad, lo cierto es que los adolescentes están cada vez más expuestos. Es tarea de los padres impedirlo, pero también de toda la sociedad, en exceso permisiva, que pasa de largo por el problema, como si con el resto de españoles no fuera el asunto cuando, en realidad, nos afecta a todos.

Los niveles que España está alcanzando en materia tal, siempre según los expertos, son para estar alerta, para adoptar medidas urgentes. Tanto o más que con la violencia de género. Porque el alcohol, que también mata cuando se toma en exceso, es una forma de violencia contra la salud de chicos y grandes, pero sobre todo de los más pequeños que son más irresponsables. No era la primera vez que la chavalita de doce años bebía, pero sí ha sido la última. Y eso es un drama social. Los servicios de urgencias conocen bien la situación.

El aumento en el consumo de alcohol crece desproporcionadamente y por lo tanto el número de intoxicaciones. Y, eso, también ocurre en Zamora, no sé si tanto en la rural como en la urbana pero lo que sí sé es que Zamora no es la excepción. Y porque hay un silencio total en torno a los casos que se atienden, precisamente por tratarse de menores, pero la realidad se impone.

El aumento en el consumo de alcohol crece desproporcionadamente y por lo tanto el número de intoxicaciones. Y, eso, también ocurre en Zamora, no sé si tanto en la rural como en la urbana pero lo que sí sé es que Zamora no es la excepción. Y porque hay un silencio total en torno a los casos que se atienden, precisamente por tratarse de menores, pero la realidad se impone. Hay que hacerles entender, si se quiere atajar el problema, que llegar al coma etílico puede abocarlos a una muerte segura.