Peligrosa estrategia esta que Pablo Iglesias ha abrazado con el mismo fervor con el que santa Inés abrazara la palma del martirio, pero en agnóstico o puede que incluso en ateo. Podemos es un fiel aliado de cuantos han escenificado la deslegitimación de las instituciones democráticas por la de la calle, como si la soberanía nacional residiera en la vía pública y no en el Parlamento donde los diputados que la componen, también los de Podemos, representan a todos los españoles, incluso aquellos que quieren acabar con el régimen de libertades que disfrutamos y con la constitución, tan vilipendiada en los últimos tiempos. Una Constitución que preserva el derecho de manifestación que los ciudadanos pueden ejercer libremente. Yo diría que incluso, llevando la contraria al artículo 21.2, "Cuando existen razones fundadas de alteración del orden público con peligro para personas y bienes". Porque eso es lo que hicieron los manifestantes de Rodea el Congreso, alteraron el orden público, insultaron hasta hartarse y pusieron en peligro a personas, como los miembros de Ciudadanos, a quienes arrojaron monedas y latas vacías. Gentes como la parlamentaria Begoña Villacís que, con valentía, se negaron a abandonar el palacio de la Carrera de San Jerónimo por la puerta de atrás y dieron la cara ante los que querían partírsela por el mero hecho de no ser y no pensar como ellos.

Si será de "amplio espectro" la libertad que disfrutamos en España frente a regímenes, se me ocurre citar a la democrática Venezuela, que en España incluso se pueden manifestar, aunque sea salvajemente y vociferando insultos, frente a la sede del Parlamento, donde reside la soberanía nacional, el día y la hora en el que tiene lugar la investidura del presidente del Gobierno. Manifestación convocada por grupos de la extrema izquierda, igual o puede que peores que los de la extrema derecha, ya que a diferencia de estos, en los de la siniestra se encuentran terroristas de ETA, con una intención clara: bloquear el funcionamiento de las instituciones democráticas e interferir en la actividad parlamentaria en un momento crucial de la vida política española.

Si como sostiene Izquierda Castellana, la española es una "falsa democracia" por lo que se muestran favorables a la "legítima defensa ante la violencia indiscriminada de este régimen opresor". ¿Qué consideración les valdrán regímenes como los de Venezuela, Cuba o Corea del Norte?, por citar solo unos pocos y no cansar al lector. Ya quisieran los ciudadanos de los países citados poder hacer lo que libremente se hace en España, aun cuando se pone en peligro a personas y bienes. Iglesias, con ese estilo caudillista, que más que miedo da risa por lo solemne de sus majaderías y estolideces, nos espetó hace unos días un "Me debo al honor de mi patria y a los ciudadanos de mi país, no de esta Cámara". Como si el Parlamento fuera la expresión del poder de las élites, por cierto entre las que se encuentra el nuevo integrante de la casta política española, Iglesias. Todavía no se ha enterado que las Cortes Generales representan al pueblo español. Esa es la verdadera y única legalidad, equipararla a la de la calle es entorpecer y negar la institución capital de la democracia. ¡A ver si se enteran de una puñetera vez!