Con las sensibilidades muy a flor de piel, el debate sobre la abstención del PSOE a la investidura de Rajoy no solo se mantiene, y lo que te rondaré, morena, en el ámbito socialista sino que sigue desarrollándose igualmente en la calle, donde es fácil escuchar toda suerte de opiniones, pareceres y discusiones. No es para menos. Porque es en la gente de la calle en la que van a repercutir las consecuencias, malas o buenas, de lo que suceda a partir de ahora. La mayoría, parece, tiende a comprender lo ocurrido y a celebrar el desbloqueo de la larga situación, por más que el hecho de carecer de Gobierno tenga a todos bastante sin cuidado pues se ha vivido lo mismo y sin temor a decretos, disposiciones o leyes errados o innecesarios, y sobre todo sin miedo a alguna nueva subida de impuestos, que es a partir de ahora lo que nos espera, y ahí está ya Bruselas ordenando un recorte de 5.500 millones para el año que viene. Recorte que de sobra se sabe quienes acabaran pagando.

Entre quienes apoyan la actitud de los del golpe de mano contra Sánchez, las razones que se esgrimen son claras. Para ellos, el mantenerse en la abstención ya no suponía otra cosa que forzar unas terceras elecciones que al único partido que iban a beneficiar era al PP, y en las cuales el PSOE arriesgaba continuar la cuesta abajo iniciada tras el desdichado mandato de Zapatero y que es como si no tuviera fin, dado el estado de cosas actual. O sea, o la abstención llegaba ahora, sin más dilaciones, con los plazos agotándose, o habría que hacerla después, en enero próximo, y en peores circunstancias. En cuanto a la otra posibilidad, la de intentar formar un Gobierno alternativo con Podemos y y partidos nacionalistas, era una firme linea roja desde el primer momento que de ninguna manera se podía traspasar, a ningún precio, como ya había delimitado claramente el comité federal del partido.

Por contra, quienes defendían y defienden el no a la abstención, destacan la coherencia y el mantenimiento de la palabra de Sánchez contra la postura que califican de desleal y despreciativa con la militancia de los dirigentes del PSOE, de su vieja guardia, a quienes no parece haber importado el hecho de entregar el poder a Rajoy, en una rendición incondicional sin precedentes y confusa en la forma. Tanto es así que ante un juzgado de Aragón se ha presentado una demanda contra el comité federal, que el juez ha admitido. La denuncia ha sido hecha por un militante que anima a presentar demandas similares en toda España. Se basa para ello en que el comité, pese a estar obligado por los estatutos, no cubrió las anteriores dimisiones de la Ejecutiva, que al representar la mitad más uno del total, obligaba a convocar un congreso extraordinario. Argumentos apegados al sentimiento, la ideología y los principios.

Enfrente, otra vez, el duro pragmatismo de los abstencionistas, amenazando a sus diputados con expulsar y enviar al grupo mixto a quienes voten no a Rajoy. Enseguida se han dejado oír las voces de los que replegando velas se han aprestado a anunciar que votarán ateniéndose a la disciplina de partido. Pese a todo, van a producirse votos en contra, empezando por los socialistas catalanes.