Casi todos los días, al pasar por la Plaza Mayor de Zamora, observamos cómo tremolan al viento las nueves franjas de la Seña Bermeja en los balcones de los ayuntamientos (viejo y nuevo) y eso me hace recordar ahora no solo la petición que, en su momento, cursé a nuestra corporación municipal sobre tal particular, en relación a que, de forma explícita, tal hecho -el de las nueve franjas sueltas- fuera expositivo y público en las manifestaciones oficiales municipales zamoranas y que el pleno del Ayuntamiento de Zamora tomó a bien nuestra petición y estableció tal acuerdo, sino también que esta "novedad" dio un mayor atrayente sobre nuestra zamorana insignia.

Ahora los zamoranos y zamoranas, el que más o el que menos, al deambular por esos rincones del casco histórico que conducen a la Plaza Mayor de Zamora, ha explicado a los visitantes las razones históricas de por qué tenemos la Seña Bermeja y los motivos, "los importantes motivos", de que tenga tal conformación. Eso sí, saltamos rápidamente, cuando desde la ignorancia de nuestra histórica local, con raíces en la plenitud de la leoneseidad hispánica, se nos apostilla aquello de: "está rota". Y damos a continuación una disertación, más o menos improvisada, donde acumulamos datos, dibujamos lugares y gloriamos hechos heroicos de, ¡claro está!, los nuestros y no nos paramos en barras, ni en Edades Históricas, para ensalzar nuestro entorno convivencial. Fábricas tendremos pocas, puestos de trabajo escaso pero historia, lo que se dice historia importante, de esa para dar y tomar, aquí en nuestra tierra y de nuestra gente, sabido es, ¡estamos a tope!

De esta nuestra historia siempre nos han atraído por alguna situación, tal vez circunstancial, una serie de aconteceres y de personajes que en los mismos se significaron con especial relevancia, y de ellos sobremanera uno que responde al nombre de Fernando. Aquel que hizo celebre la frase de: "Si no viniera el pollo (el príncipe Juan de Portugal), preso fuera el gallo (Alfonso V de Portugal)".

Ya sabemos que Fernando no nació aquí, en Zamora, que tampoco lo hizo en el ámbito territorial de las cuatro regiones constitucionales de la Corona Leonesa, que su nacencia tuvo lugar lejos de aquí (por expresa voluntad de su madre, Juana Enríquez, en el alumbramiento esta se desplazó desde Navarra hasta la mansión y/o caserón de los Sada para que naciera en el pueblo aragonés de Sos) pero aun así lo considero de aquí. Ya sabemos que Fernando, siendo aún infante de la Corona Aragonesa, fue duque de Montblanc y conde de Ribagorza, señor de Balaguer y que después tuvo otros mayores títulos como: príncipe heredero de la Corona Aragonesa, rey heredero de Aragón, lugarteniente general de Cataluña y rey de Sicilia. Donde en tal relación se dan lugares que ahora, y por motivos políticos coyunturales, están en la mente de todos. Ya sabemos que Fernando (el aragonés de Sos, de la Casa de los Trastamara) se casó con su prima segunda Isabel de León (con otros títulos más y también de la Casa de los Trastamara) y que desde su inicial reinado (como reyes de Sicilia), avanzan hacia otras responsabilidades que, aunque matizadas de relaciones de familia, son más peninsulares y que comienzan, en allende del 11-12-1474 (fallecimiento de Enrique IV), el día 13-12-1474 (proclamación como reina de León y otros).

Esa dimensionalidad postural activa de la pareja real leonesa de Isabel y Fernando provoca un enfrentamiento armado en el periodo 1474-1479 con otros partidarios, optantes al mismo trono, que siguen a la hija de Enrique IV, Juana (motejada La Beltraneja, que es apoyada por su esposo Alfonso V de Portugal) y que se dirimen en las sendas batallas de Toro (1-3-1476) y Albuera (24-3-1479) ambas ganadas por el rey Fernando, en su papel de lugarteniente director del mando de las tropas, que lleva al Tratado de Paz de Alcaçobas (4-9-1479). Zamora está inserta en tales aconteceres y relacionada con Fernando.

En tal y tan concreta batalla de Toro, entre las huestes del rey Fernando, participaban milicias concejiles zamoranas, que se destacaron en tal choque armado por su extraordinario pundonor, constatada valentía y hacer guerrero. Estas huestes zamoranas (por ende de la Corona Leonesa), se distinguían en la batalla por ir precedidas del símbolo/bandera de la Seña Bermeja, a la que seguían en pos de sus objetivos militares. Al término de la batalla de Toro, el rey Fernando quiso premiar el esfuerzo de los zamoranos en tal lid y quitándose de su pecho la banda de tafetán verde, que lo distinguió en transcurso de la confrontación bélica, la anudo en la cima de la Seña Bermeja, junto a las ocho franjas de las victorias de Viriato, que por ello, y desde aquel momento, conforma nuestra identificación zamorana. A Viriato ya lo celebramos todos los 12 de enero, es justo celebrar también a Fernando.

"La noble Seña sin falta/ bermeja de nueve puntas/" tiene en el rey Fernando su valedor y es por ello que el 23 de enero de 2016 (que es el día de nuestro patrón san Ildefonso), en el V Centenario de su fallecimiento, hicimos memoria, ¡noble y merecida memoria!, del mismo. Su bisnieto Felipe II hizo sobre el rey Fernando su mejor epitafio: "a él se lo debemos todo". En esta hora de Zamora, de la Región Reino Leonés, la Corona Leonesa y de la España Nación, traer al presente al rey Fernando, forjador de la unidad hispánica, cofundador del Estado Moderno,? puede ayudar, ¡a todos!, para entender su obra, comprender sus acciones y sacar la utilidad y el provecho correspondiente.

En el año 2026 se cumplen los 550 años de la Seña Bermeja: ¡que se celebren!