Será cierto que España se "desculturiza" a pasos agigantados? La crisis nos ha golpeado a todos, pero también a todo. Y en ese todo entra de lleno la cultura en todas sus manifestaciones. Las cifras cantan y no mienten. A ver, desde el comienzo de la crisis, la asistencia a conciertos ha caído un 36%, la venta de música un 43,8% y la asistencia a espacios escénicos un 31%. Es verdad que hay sectores en los que se ha experimentado una ligera mejoría respecto al ejercicio anterior. La música clásica, con un 3% más de espectadores, y el cine con un 7,8% más de entradas vendidas son la gran esperanza que anida en la recuperación de un área tan importante como la cultura.

No voy a entrar en el baile de datos y cifras facilitados por la Sociedad General de Autores, basta con saber que la caída es real y que los tantos por ciento son preocupantes como para que no nos dejemos arrastrar por esa inercia que parece contagiosa. La tónica general apunta al retroceso, por pequeño que sea. Y es una lástima. A la hora de buscar culpables se ha levantado el índice acusador señalando a todo lo señalable para justificar la caída: la crisis financiera, la puñetera piratería que tanto daño hace y, ¡cómo no!, la subida del Iva a espectáculos culturales del 8% al 21%. Una salvajada que no se ha corregido pero que a fuer de ser sincera tampoco ha contribuido a la "desamortización" de la cultura.

La otra "cultura", la de barra fija, la de terracita de verano, lejos de caer ha experimentado una ligera subida por mucho que el sector se muestre quejicoso. Quizá se prefiera esa forma a la tradicional de asistencia a conciertos y otros espectáculos en vivo, disfrutando del momento. Es que ni lo que es gratuito logra concitar el necesario ánimo por parte del público. Y eso que a lo gratuito nos apuntamos todos. El consumo cultural en España desciende y habrá que buscar un revulsivo para que esas aguas vuelvan a su cauce, un cauce del que nunca debieron salir. La crisis ha cambiado muchas cosas en España, incluso la forma de vida, la forma de divertirse, la forma de buscar alicientes.

De una vez por todas hay que bajar el Iva cultural. Que se lo aprendan bien aprendido aquellos a los que les toque gobernar. Hay que facilitar las cosas a los ciudadanos, aunque mucho me temo que ese no sea el único culpable de esta bajada. A lo mejor la Sgae también tendría que hacer examen de conciencia. Porque a simple vista da la sensación de que entre todos la mataron y ella sola se murió, me refiero a la cultura que, dicho de paso, muerta no está, pero sí tocada. Desde 2007, un año antes de que la crisis mundial irrumpiera en nuestras vidas desbaratándolo todo, el desplome ha sido notorio en los diferentes subsectores de la industria cultural.

A lo mejor hay que apuntar directamente a la desidia individual o a la abulia colectiva para justificar este indeseado desplome. Claro que la Sgae está más preocupada por la música, que es lo suyo, que por otros aspectos que se libran, como los libros, sector que se muestra un poco más contento que el resto. Pero poco más. Los hábitos de los consumidores han cambiado y a lo mejor hay que empezar por ahí, por reconocerlo y combatir el problema porque si no, pobre cultura, habrá que declararla técnicamente tocada de abandono.