Así se llaman los dos agentes de la Guardia Civil, un teniente y un sargento, con destino en Alsasua que el pasado sábado fueron brutalmente agredidos cuando estaban fuera de servicio e iban acompañados por sus parejas. Fueron reconocidos como agentes de la benemérita por la chusma proetarra, por esa izquierda abertzale que se encuentra en su salsa cuando práctica la violencia, emprendiéndola a golpes con ellos. Como consecuencia de la agresión, uno de los agentes tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por una fractura en el tobillo, mientras que las otras tres personas afectadas sufrieron policontusiones de diversa consideración. Lo que no sé es como salieron vivos. A ver, unas cuarenta y cinco o cincuenta personas contra cuatro, de las cuales dos eran mujeres. Por muy bravas que fueran, ellos dan más fuerte y eran más.

Este hecho pone de manifiesto que la violencia en Euskadi no puede darse por finiquitada. Por cierto, no sé por qué, siempre que escribo sobre estas cuestiones hay quienes o intentan anatematizarme, cosa que me trae absolutamente al pairo, cuando no me sueltan el consabido "les entra en el sueldo" refiriéndose a los hombres y mujeres de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Los agredidos iban de paisano, es decir, no estaban en el ejercicio de sus funciones. Lo que son las cosas, no ha tanto la Guardia Civil acudió al rescate de expresos de Eta que quedaron atrapados en la nieve cuando viajaban en autobús en la zona de Beruete. Pues bien, se ha señalado que "uno de los compañeros agredidos ha sido apaleado por aquellos a los que no dudó en salvar". Esa es la gran diferencia entre la Guardia Civil y los hijos de puta de Eta, sus cachorros de hiena, los de la kale borroka o los de "Fuera de Aquí", que son lo mismo. Estos últimos son una franquicia de Eta con la que pretenden lograr la salida de las Fuerzas de Seguridad del País Vasco y Navarra a base de amenazas, presiones, coacciones o palizas, una vez que deciden pasar a la acción.

Pobrecicos vascos el día, espero no verlo nunca, en que de allí desaparezcan las Fuerzas de Seguridad. Porque, estos, al igual que los catalanes separatistas, en cuanto vienen mal dadas en temas de fuegos, inundaciones, amenaza terrorista, catástrofes de todo tipo, es cuando se acuerdan de inmediato de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, cuando no directamente del Ejército que consideran invasor cuando no represor. ¿Y nos vamos a callar, porque cuatro mentecatos piensen lo contrario? Más que nunca en estos tiempos raritos que nos toca vivir, estoy con la Guardia Civil, el Cuerpo más deseado por la ciudadanía de bien. Me solidarizo con todos y cada uno de los compañeros de Óscar y Álvaro y con sus parejas. Les pido que no bajen la guardia, esa gente ha mamado la violentica y el odio y solo destilan eso por su boca y por sus actos. Gentuza así me repele y provoca náuseas. Si el PNV se cree que lo malo ya ha pasado, que se vaya encomendando a la Virgen de Begoña. Yo he encomendado a la Virgen del Pilar, la salud y la seguridad de Óscar, de Álvaro, de sus parejas y de todos los miembros del Benemérito Instituto, se encuentren donde se encuentren.

Y a los hijos de perra violentos, recordarles una cosita, que ¡la Guardia Civil muere, pero no se rinde!