Media España anda pendiente de los correazos que reparte Correa en el primer juicio de la "trama Gürtel" (faltan otros seis). La otra media, de los correazos que se endilgan entre sí los socialistas en ese intento desesperado por destruir un partido con casi 140 años de historia. Aunque parezca imposible, lo acabarán consiguiendo. Cada vez estoy más convencido de que el harakiri no lo inventaron los japoneses, sino alguien del PSOE con ganas de enredar y de crear "sensibilidades".

Sin embargo, esta semana esa España que solo mira (y hasta con sorna) las broncas internas de los sociatas no ha tenido más remedio que enterarse de lo que ocurría en el inmaculado PP y en España cuando mandaba José María Aznar y Rajoy ya ocupaba cargos relevantes. ¡Qué cosas le oímos decir al tal Paco Correa! Hablaba de cobro de comisiones, de reparto de sobres, de adjudicación de obras públicas al que más le apoquinaba, de ingresos en B, de cajas negras como quien habla de lo más normal del mundo, de lo cotidiano. Claro que, para él, sí era lo más normal. Y el método, infalible. Una empresa le contaba a Correa (autoapodado Don Vito, como el protagonista de "El Padrino") que estaba interesada en una obra; Correa se lo transmitía a ese genio de las finanzas y la decencia llamado Luis Bárcenas, a la sazón gerente o tesorero del PP nacional; Bárcenas hacía gestiones ante el ministro, el director general, el consejero o el alcalde correspondiente; se le adjudicaba el trabajito (decenas, cientos, miles de millones a cargo del erario público, el de todos) al apadrinado por Don Vito; el empresario soltaba la mordida pactada (a veces hasta un 3% del montante total); Correa, Bárcenas ¿y? Se lo repartían y aquí paz y después gloria. Así de sencillo, así de inmoral, pero bendecido o dejado hacer por ¿quién?

Y así, según el propio Correa, años y años. Tantos que a él le dio tiempo a acumular millones y millones (solo en sus cuentas de Suiza tiene bloqueados más de 20); Bárcenas pudo ingresar en tierras helvéticas otros 50; Jesús Sepúlveda, exalcalde de Pozuelo y exgerente del PP castellanoleonés en los tiempos de Aznar por aquí, recibió tres coches, viajes, el detallito del pago de la fiesta de la comunión de uno de sus hijos (su exesposa, Ana Mato, fue ministra de Sanidad y antes jefa de Gabinete de Aznar en Valladolid) y hasta una comida, 600 euros, de angulas en La Trainera; a Jesús Merino, exsecretario del PP regional y exvicepresidente y exconsejero de Fomento de la Junta de Castilla y León, le tocó un reintegro de 330.000 euros? Y así podríamos seguir porque son treinta y tantos los procesados y aún quedan otros seis juicios de la "Gürtel". Ya veremos cuántos más correazos tiene reservados Correa.

Lo curioso es que esos correazos están dados con puntería y mimo; son selectivos. Su protagonista sabe perfectamente dónde tienen que dar y dónde no. Se dudaba sobre el comportamiento que iba a tener Don Vito en su declaración ante la fiscal. Había quien apostaba porque cantaría poco y mal; quien creía que se refugiaría en el silencio y quien abogaba porque tiraría de la manta como mejor defensa. Ni lo uno ni lo otro ni lo tercero. Correa se ha despachado a gusto (o eso pareció), pero se ha dejado nombres relevantes en el tintero y, sobre todo, situaciones, causas. ¿Por qué en tiempos del omnipotente Aznar entraba y salía como Pedro por su casa en la sede nacional del PP?; ¿por qué, según su propia confesión, aquella era "mi" casa en la que se pasaba 25 horas al día?; ¿por qué nadie se olió nada de lo que, de verdad, estaba sucediendo?; ¿quién le amparaba?; ¿quién le protegía?; Rajoy, en aquella época secretario nacional, jefe de la campaña electoral de 2000, vicepresidente del Gobierno, ministro de la Presidencia, ministro de Educación y Cultura y ministro del Interior, ¿tampoco se enteró de nada o se enteraba pero miraba para otro lado porque Correa tenía valedores de peso?, ¿les venían bien al partido y a algunos particulares aquellos sobres que denuncian los papeles de Bárcenas?; ¿por eso se destruyeron hasta 35 veces los ordenadores del PP?

Son algunas de las muchas preguntas que pueden surgir tras escuchar al impasible y campechano Paco Correa, hombre de mundo, emprendedor de éxito. De Aznar, por entonces jefe de todo, ha pasado sobre ascuas. Eso sí, se ha reconocido íntimo del yernísimo, Alejandro Agag, de quien fue testigo de boda en El Escorial. ¿En esa amistad empezó todo? Por preguntar que no quede. Rajoy también parece salir bien parado. Cortó con Correa en 2004 cuando llegó a la Presidencia del PP nacional. ¿Cortó por "falta de química", por llevarse mal con algún colaborador o porque ya sabía de sobra como se las gastaba Don Vito? En el PP respiran. Rajoy está limpio, no hay nada contra él, así que, en cuanto acaben los correazos en el PSOE, investidura y a gobernar.

Es posible que así sea, pero ¡queda tanto por aclarar! ¡Ay, la verdad, la verdad!