Resulta significativo que en plena crisis económica comenzaran a surgir en nuestro país tendencias que han dado pie a nuevas oportunidades. Cuesta creer que en una profunda recesión, con todo lo que hemos vivido, pudieran alzar el vuelo negocios a los que hoy aguarda un futuro alentador. En Zamora conocemos una de esas corrientes en alza: la agricultura ecológica, una producción más respetuosa con el medioambiente, que suministra alimentos naturales evitando el uso de sustancias químicas de síntesis.

Precisamente, este fin de semana tenemos la oportunidad de disfrutar en Zamora de una feria que se ha convertido en referente en el ámbito nacional. Ecocultura -el encuentro hispanoluso dedicado a la promoción de los productos "verdes"- ya va por la decimotercera edición. Pero es en estos últimos años cuando ha alcanzado un mayor auge, albergando en los salones de Ifeza tanto a productores como a distribuidores de toda la península.

Y es que España es el principal productor europeo en agricultura ecológica y se ha colocado en quinto lugar en el mundo tras Australia, Argentina, Estados Unidos y China. Hay que valorar que por encima se encuentren estos gigantes económicos. Una lástima, sin embargo, que solo el 1% de la superficie agrícola esté dedicada a este modelo de explotación.

¿Pero realmente se consume todo el producto ecológico que genera nuestro país? Claramente, no. Las cifras son reveladoras: los españoles gastamos solo 21 euros al año por habitante frente a los 210 que invierten los daneses, los principales consumidores. Con toda seguridad, nuestros alimentos se están marchando fuera, principalmente, a los países europeos. Una vez más, en España no aprovechamos los frutos de nuestra tierra.

El sector ecológico es aún rudimentario, los canales de comercialización son cortos y la venta directa entre el productor y el consumidor continúa concentrando el principal peso de las operaciones. Tampoco ayuda que los precios de los productos sean, en general, más elevados que los convencionales. Huelga justificar que la mano de obra es más costosa y que el rendimiento final está muy lejos de la agricultura intensiva. A esto se une que la mayor parte de los productos "verdes" son perecederos, como la fruta y la verdura, los más producidos y consumidos.

Que los alimentos libres de química no hayan llegado con facilidad al consumidor final tiene dos causas. Por un lado, como hemos dicho, su precio está por encima de los artículos que habitualmente encontramos en los supermercados. En segundo lugar, las superficies comerciales dedican poco espacio a la ecología en sus lineales. Una situación que está comenzando a cambiar dado que las principales marcas de alimentación han tomado nota de la sensibilidad de los ciudadanos por cuidar su salud y están invirtiendo en productos ecológicos certificados, lo que fomentará el consumo y el desarrollo de este sector. Y decimos "productos ecológicos certificados" porque no todo lo que se vende es ecológico: están perfectamente regulados y cuentan con un distintivo en la etiqueta para evitar dudas al consumidor.

Hoy, la concienciación sobre aspectos medioambientales es mayor y los consumidores están más informados de los beneficios de los alimentos naturales, donde el sabor y la salud suponen una vuelta al pasado, con un equilibrio entre la producción, la sostenibilidad y la calidad. Ahora falta que los "ecológicos" estén más cerca de los ciudadanos. Entonces, los beneficios serán tan evidentes que ni siquiera habrá que dar charlas para convencer al consumidor.

(*) Ingeniero Agrónomo y autora del espacio digital "Agrobloguera"