A raíz de que el Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid haya decidido retirar el nombre de algunas calles "franquistas", entre ellas la de Millán Astray en Carabanchel, los afines y los que aún añoran el anterior régimen dictatorial están que trinan. Los Antiguos Caballeros Legionarios, que se han manifestado ya en Madrid varias veces amenazando a la alcaldesa Carmena, afirman que repondrán cada día la placa con el nombre de su fundador, el general José Millán Astray, si finalmente se cambia su denominación por la de avenida de la Inteligencia.

Y es que el Comisionado ha explicado este cambio recordando que "¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!" fueron los gritos con los que Millán Astray interrumpió en 1936 el discurso de Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, y que el rector Unamuno le respondió con una admirable réplica bien adobada con un "¡Viva la inteligencia". De ahí el nuevo nombre de la calle en Carabanchel, "avenida de la Inteligencia".

La mayoría de los historiadores narran que el general tullido se removió de su asiento incapaz de contenerse para reclamar la palabra interrumpiendo el discurso del rector y gritar una soflama que pasó a la historia: "Muera la intelectualidad traidora". Y algunos militares y sus legionarios, su fiel guardia pretoriana, cargaron armas y se dirigieron hacia el estrado donde estaban Unamuno y el general legionario. Inmediatamente, para evitar males mayores -quizás una posible agresión-, la mujer de Franco sacó a Unamuno del Paraninfo, llevándole del brazo hasta su coche oficial, que estaba a la puerta de la salida trasera del recinto universitario.

Existen varias y confusas versiones sobre los hechos ocurridos aquel 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca con motivo de la festividad del Día de la Raza. Pero todas están de acuerdo en que hubo un fuerte enfrentamiento verbal entre el general de los legionarios y el rector salmantino. Algunos partidarios del general justifican estos exabruptos porque los dijo después de que el escritor hiciera alusión a las mutilaciones que no le sentaron nada bien al militar tuerto, manco y cojo.

Y es más, posteriormente este incidente tuvo fatales consecuencias para Unamuno. Aquella misma tarde fue expulsado del Casino salmantino del que era miembro y presidente honorífico. Horas después fue depuesto como rector y como concejal del Ayuntamiento de Salamanca. Y una semana más tarde, el 22 de octubre, Franco lo destituyó de rector vitalicio de la Universidad. Y se pasó dos meses, hasta su muerte en las Navidades de ese año, encerrado o custodiado, en su casa de la calle de las Úrsulas.

Saca pecho el secretario general de la Hermandad de Legionarios por el general Millán asegurando que fue uno de los personajes más importantes de la historia reciente de España. Cuyo acto más importante fue crear la Legión. Es más, Esperanza Aguirre, y más cargos del PP, salen en defensa de Millán Astray: "Participó en asuntos sociales muy importantes", aunque estos peperos y legionarios no dicen cuáles fueron esos actos y a quiénes favoreció.

Pensamos que sería más bien a gente del bando golpista y vencedor del franquismo.

La portavoz municipal del Partido Popular defiende que el callejero de Madrid honre al fundador de la Legión y jefe de Prensa y Propaganda de la dictadura de Franco. Sus propios descendientes -fundamentalmente su hija Peregrina- hablan de que apenas participó de los éxitos de la Guerra Civil y que su relación con Franco se fue enfriando paulatinamente por ser partidario de restablecer la monarquía de don Juan. Insiste su hija que tuvo un papel muy secundario en la Guerra Civil y en el Régimen de Franco. Y reclaman, que respetando su honor, cambien su actual nombre por el de avenida de la Legión española.

Bienvenida sea esa nueva placa de la avenida de la Inteligencia, sustituyendo a la de calle del general Millán Astray. Y olvidémonos de los intransigentes y de los mitos terribles de la Guerra Civil, sean inventados o inflados. Millán Astray no era un político ni un intelectual, sino un guerrero feroz y sanguinario, duro e implacable con sus enemigos. Y su filosofía fue el metemiedos de los campos de batalla de la Guerra Civil española.

Cuenta el periodista y escritor Arturo Barea que con el general Millán Astray al mando, "cuando atacaba el batallón del Tercio de la Legión, no reconocía límites a su venganza. Cuando abandonaba un pueblo, no quedaba más que incendios y los cadáveres de hombres, mujeres y niños. Cuando se asesinaba a un legionario, se degollaban a todos los hombres de los pueblos vecinos, a no ser que se presentase el asesino".

Y, sin embargo, Unamuno no era un militar ni un estratega, sino un voz crítica y molesta con el poder establecido, con todo aquel que hace sufrir a los ciudadanos y los ignora a la hora de gobernar. Posiblemente si hubiéramos escuchado todo el discurso de Unamuno y sus réplicas a los oradores más fachas y al general Millán Astray en el Paraninfo de la USAL ese Día de la Raza, sus palabras hubieran sido estas: "La muerte es la mentira y la verdad es la vida. Y si la verdad nos llevara a morir, vale más morir por verdad, morir de vida, que no vivir de mentira, vivir muriendo". ("¿Qué es verdad? Obras Completas" Vol. III. pág. 1006).