Bajo la lluvia tan esperada por el campo zamorano y que parece haber llegado ya a toda España tuvo lugar en Madrid en la celebración del día de la fiesta nacional, que es también Día de la Hispanidad, el tradicional desfile militar, presidido por el rey Felipe VI y por un Gobierno que se mantiene en funciones desde hace casi un año, se supone que hasta el 29 o 30 de este mes cuando con el visto bueno del PSOE Rajoy pueda ser investido presidente.

El agua que caía incesantemente y que no cesó en toda la parada militar, hizo perder cierta brillantez externa al desfile, pero no borró el esplendor interno que acompaña a esta clase de actos conmemorativos de las fechas extraordinarias. El público, bajo los paraguas multicolores en esta ocasión, acudió una vez más masivamente para homenajear con su presencia y aplaudir y vitorear a cuantos representaban a un Ejército moderno y altamente profesionalizado.

Pese a los recortes económicos que el ministerio de Defensa lleva años y años sufriendo, como si su misión no fuese más que importante, trascendental. Y soportando la crítica injusta y desmedida de grupos políticos de izquierda siempre en contra de lo que ellos llaman militarismo. Claro que, eso sí, son una inmensa minoría, mientras la gente en la calle vibra con la emoción de los actos, con el himno nacional, con el izado de bandera, con el homenaje a los caídos en servicio, con el desfile. A su paso, y como siempre, la Guardia Civil levanta el clamor de la multitud, y esta vez muy especialmente las fuerzas de la Legión, a cuyo fundador, Millán Astray, la alcaldesa de Madrid quiere quitar su nombre de una calle, por lo que tal vez para obviar la reacción no asistió a la parada.

No fue la única, claro, porque tampoco estaban, como acostumbran, los comunistas, ni los de Podemos, y algunos dirigentes tanto del PP como del PSOE, los del bipartidismo por motivos particulares, aducen, salvo el caso de Feijóo, el de Galicia, que al parecer no acudió para no eclipsar a Rajoy. Qué cosas. No sorprende, en cambio, que los dos diputados de IU, junto a los de ERC, los independentistas de Cataluña, hayan solicitado en las Cortes la supresión del desfile militar, pues cuesta casi 800.000 euros, como si ellos, los políticos, de una y otra cuerda, no dilapidasen el dinero público. Se supone, además, que habrán visto los grandes desfiles de los Campos Elíseos en París, el día de Francia, y hasta las gigantescas exhibiciones militares de la Plaza Roja de Moscú.

Y luego, el que faltaba: Pablo Iglesias, el de Podemos, en otra muestra más de inmadurez política, como ha dicho el ministro de Interior, arremetiendo contra la conmemoración de la Hispanidad, que tiene lugar en todo el orbe americano, y contra quienes asistieron al desfile a los que calificó de hipócritas porque mucho aman a la patria pero luego llevan su dinero a Suiza. Sigue sin medir las palabras el líder de la izquierda radical, o midiéndolas mal como acostumbra, pues el 12 de octubre no es otra cosa que la exaltación de España y la parada militar un apoteosis de las celebraciones.