Hay profesiones en nuestro país (y tal vez en todos los países del mundo) en las que tiene una importancia extraordinaria el fomento de la vanagloria. Se impone en ellas el entusiasmo por "ser el primero"; parece que, si no se consigue adelantarse a todos los demás, se ha sido una víctima lamentable del fracaso. Una de esas profesiones es la del Periodismo. Todos los periodistas que se precien deben presentar la noticia antes que los demás; de otra manera, parece que caen en un segundo plano y son menesterosos seguidores de los pioneros. Y ocurre lo mismo con algunas gentes que viven de la política. Me refiero a estas dos "profesiones" porque son las que intervienen en el caso que quiero comentar.

Es sabido en la España actual el descalabro al que ha conducido don Pedro Sánchez al PSOE, partido del que ha sido secretario general hasta hace muy pocos días, (dicho señor se ha medicado para curar la decepción con unas vacaciones, poniendo mar y tierra por medio, hasta las feraces tierras de California; hay que reconocer que no es mal remedio para quien pueda procurárselo: es como un anticipo de convivencia con los ángeles del cielo vivir una temporadita en Los Ángeles de la tierra americana). El desastre del PSOE ha sido reconocido incluso por personas muy destacadas dentro del mismo partido; y prueba de ello es que cavilan para encontrar medios que deshagan el entuerto.

Lo que me ocupa y ha ocurrido en la prensa no es algo fuera del pensamiento normal: he oído a personas particulares razonar así. Han dicho: "dada la situación en que se encuentran los socialistas, el PP tiene la gran ocasión para mostrarse exigente en las presentes negociaciones en las que se pretende la abstención del PSOE; puede formular condiciones que comprometan a los socialistas a aprobar decisiones de futuro".

Sin que esto suponga clarividencia, en mi opinión, no era acertada tal postura: No hay que apurar los tiempos cuando puede haberlos más que suficientes para razonar y conseguir, más tarde, eficientes coincidencias de criterio. Lo perentorio y exigible en este momento es que el principal partido de la oposición, que hoy está considerado como causante del bloqueo en que se encuentra la formación de gobierno en España, permita la investidura de don Mariano Rajoy como presidente, con su abstención. Y estoy de acuerdo (creo que lo he dicho) con la idea de que abstenerse "permitir) no es apoyar". He hallado un ejemplo muy gráfico: si tengo en medio de un camino un obstáculo que impide circular a un carro que viene frente a mí, y retiro tal obstáculo, -con lo que se consigue que el carro continúe su camino- "permito", con mi actitud negativa, que el carro pase; si me sitúo, por el contrario, detrás del carro y lo empujo, entonces lo estoy "apoyando", es decir que contribuyo positivamente a su circulación. En el caso que nos ocupa, apoyando me comprometería a que el Gobierno avanzara en sus decisiones; absteniéndome, solo elimino el obstáculo puntual para que pase por el lugar que ocupa mi obstáculo en la vía y dejo completamente libre mi postura del futuro ante las decisiones del Gobierno.

Igual que mi interlocutor, algunos periodistas publicaron que el PP exigiría al PSOE que, además de la abstención, firmara el compromiso de contribuir a la estabilidad del Gobierno, con actitud positiva. Y la noticia venía presentada como resultado de unas declaraciones de significados partidarios del partido que ahora gobierna "en funciones". ¿Serían estos "peperos" significados unos políticos que pretendían cantar por adelantado decisiones de los dirigentes de su partido? Si esto era así, tendríamos políticos y periodistas que, al mismo tiempo, querían saciar su vanagloria atribuyéndose primeros puestos en lo que se refería a la noticia publicada.

Pero la realidad ha sido otra: con toda claridad y sin que puedan existir interpretaciones torticeras, el presidente del Partido Popular y del Gobierno "en funciones", don Mariano Rajoy, -haciendo uso, una vez más, de su prudente actitud- ha manifestado en varias ocasiones que "no pondrá condición alguna" en la negociación que tiene como objetivo lograr la abstención del Partido Socialista. A fuer de prudente, la postura adoptada por el sumo representante del Partido Popular significa una manifestación de sensatez digna de reconocimiento general. Don Mariano Rajoy pretende en esta negociación, en este momento decisivo, la "permisión" del Partido Socialista, sin aspirar al apoyo que ya le han asegurado, por ejemplo, el partido de Ciudadanos y el de la Coalición Canaria. Con la abstención se conseguirá el "gobierno en minoría"; la recta actuación gubernamental tendrá que ir consiguiendo las oportunas votaciones en mayoría.