El cuerpo humano se devora a sí mismo en el oscuro mundo de sus células, se supone que para mejorarse, un saber que debemos al nuevo Nobel de Medicina, Yoshinori Ohsumi. El nombre elegido, autofagia, permite diferenciar esa práctica de la antropofagia, aunque el término valdría también. Una forma de autofagia la ejercemos asimismo con los recuerdos, que reciclamos de forma constante, eliminando algunos, revitalizando otros y ajustándolos a las exigencias de ese nutriente principal del ego que es la autoestima. El escritor, que juega a libretista pero forma parte de la representación, lo hace también con sus literaturas, igual que el pintor, que con frecuencia repinta sus propios cuadros para borrarse y a la vez inventarse. Lo que no sé si sabe Ohsumi es que la ley general que empuja todo esto es el cansancio; o sea, ser cansa, y un día algún Nobel futuro lo acabará poniendo en ciencia.