El PNV no se duerme en los laureles tras las últimas elecciones en las que revalidó su hegemonía en Euskadi. Eso sí, no con 29 escaños como se reflejó al principio, porque tras realizar el recuento de votos llegados del exterior, se quedó en 28. El pacto se hace necesario para formar gobierno y el Partido Nacionalista Vasco mantiene conversaciones abiertas con todos los grupos políticos, bueno, en realidad, no sé si con todos, sabiendo como sabemos que el PP no es precisamente muy querido entre los nacionalistas de aquí y de acullá.

El PSE siempre ha sido el designado por el PNV cuando ha tocado pactar. Solo que esta vez, ni con los nueve escaños conseguidos tiene suficiente. Necesita uno más para que Bildu y Podemos no se le echen encima. La lógica puede hacer pensar que ese escaño se lo proporcionaría el Partido Popular. En política no hay lógica que valga. En política lo que hoy es blanco mañana es negro. Y lo que hoy es necesario mañana deja de serlo. Andoni Ortuzar, presidente del PNV, ha despejado cualquier incógnita al respecto, si bien se muestra dispuesto a "hablar, compartir y dialogar con todos", ha precisado que especialmente lo hará "con los que quieran avanzar y consideren que Euskadi debe ser reconocida como nación".

Que manía les ha entrado a todos con el progreso, con el avance, con la vanguardia. Parece que quieren conseguirlo de sopetón, sin ir dando los pasos pertinentes para avanzar. Lo que no se entiende, con la que tienen montada en Cataluña, es que Ortuzar quiera repetir la misma experiencia y llevar a Euskadi por un camino sin retorno. Si están bien, ¿a santo de qué quieren ponerse mal? Cataluña y lo que entonces se llamaban las Vascongadas siempre han sido ciertamente regiones privilegiadas frente al resto. Recordemos el atraso inmisericorde de Extremadura y también de esta vieja Castilla en la que habitamos. Recordemos la cantidad enorme de castellanos y leoneses que buscando hacer fortuna como emigrantes se fueron a otras tierras, como reza la estrofa de "Maitetxu mía", en unos casos Cataluña y en muchos más a Euskadi.

Luego llegaron: ETA a desbaratarlo todo y peor; Arzallus con la pureza y supremacía de la raza vasca y la cuestión de sangre con el Rh negativo y en los últimos tiempos el director de cine Emilio Martínez- Lázaro con lo de los ocho apellidos vascos y parece tal que solo los que acumulan tal cantidad de genuinos apellidos son los que han ayudado a levantar Euskadi, como si en Altos Hornos de Vizcaya, en Mondragón, la Naval de Sestao, los Astilleros del Nervión, General Eléctrica, Basauri, Erandio y Bergara, nuestra gente, los de este Rh más universal que España ha aportado a tantas naciones, no hubieran tenido, ya no algo, sino mucho que ver.

Con Ortuzar hemos topado. Este señor tiene ganas, si no de guerra propiamente dicha al estilo Puigdemont y compañía, sí de imponer las diferencias aquellas que propugnaba Sabino Arana y defendiera el exjesuita Arzallus. No sé hasta qué punto eso será "compartir con todos". Ni ocho apellidos vascos, ni catalanes, ni gallegos ni valencianos. La mezcolanza étnica es lo mejor y ellos tienen sangre de "p'aquí" y nosotros de "p'allí". Si es verdad que para ellos lo mejor está por llegar y que son un pueblo en marcha que empiecen por demostrar el grado de madurez alcanzado en democracia gracias a la Constitución española.