Hay pocas cosas más claras que el agua, a no ser Podemos, que quiere acabar con el PSOE y ocupar la parcela de la izquierda de este país. Para ello hace lo posible y lo imposible, con mejores o peores artes, repartiendo demagogia y populismo, aprovechando la crisis económica que padecemos, porque ya se sabe que es más fácil hurgar en las heridas que llegar a curarlas. De manera que en este momento en el que PSOE tiene montado un guirigay de padre y muy señor mío, la estrategia de Podemos pasa por decantarse a favor de Pedro Sánchez, lo que podría sugerir que "los buenos", en esa guerra cainita de la calle Ferraz fueran precisamente los contrarios, los que han dado el "golpe de estado" haciendo dimitir al que hasta ahora había sido su secretario general. No hay nadie que llegue a creerse que Podemos busque lo mejor para el PSOE, por lo que hay que pensar que lo que ahora está haciendo es echar leña al fuego, practicando aquello de "cuanto peor mejor". Claro que, otra interpretación podría ser que este posicionamiento correspondiera a la segunda derivada, en lugar de a la primera y, en ese caso, "el bueno" sería Sánchez y los otros unos golpistas. Mientras tanto, los que desconocemos los entresijos de Ferraz, de Génova y de los círculos y mareas podemitas, no sabemos a qué atenernos, de manera que el que ha sido hasta ahora número uno de los socialistas lo mismo podría ser El Guerrero del Antifaz que el pérfido Alí Khan.

Los chicos de Podemos aplican, al pie

de la letra, lo que han aprendido en los libros, sin apenas pasarlo por el filtro del mundo real, de quienes tienen experiencia en la gestión, lo que les lleva con frecuencia a la extravagancia, subiendo o bajando el tono de sus discursos según lo que hayan leído ese día, sobre interpretación, en el método Stanislavski. Hace poco se le ocurrió a la señora Bescansa la genial idea de elucubrar con eso de que si solo votaran los menores de 45 años el presidente del Gobierno sería Iglesias. Claro que el ejercicio podría haberlo hecho también con los mayores de 80 años, con lo que habría llegado a la conclusión de que gobernarían los centros de mayores, o limitarlo a los menores de diez años con lo que serían los jardines de infancia quienes cortarían el bacalao. No dejan de ser simplezas, hipótesis absurdas e imposibles. Porque ¿a cuento de qué viene esa reflexión? o ¿es que en Podemos no tienen otra cosa que hacer que resolver ejercicios de primero de Estadística para entretenerse? Claro que quienes dedican su tiempo a practicar la demagogia y el populismo, lo mismo les da llevar un bebé al Congreso, que sacar a relucir "la cal viva" del Gal y de ETA, sin caer en la cuenta de que así están imitando a Aznar, cuando repetía machaconamente los nombres de Lasa y Zabala para ganarle las elecciones a Felipe González.

En tanto estas cosas suceden, incluida la conjura de Zamora capitaneada por Susana Díaz, la curia del PP permanece callada, frotándose las manos en la calle Génova, ya que ahora no tiene prisa en retirar la carne del asador, pues con el navajeo que existe en el seno del PSOE puede llegar a respirar, olvidándose del acoso de la corrupción, del mangoneo y hasta de la señora Merkel. Una vez más, Rajoy, imitando al difunto dictador, cuando guardaba en el cajón del despacho los temas que no le agradaban, vive con ilusión estos momentos en los que la competencia dilapida su espléndido pasado, y escucha con atención al mariachi formado por los tesoreros de su partido interpretando el "Himno a la Alegría".

En los sueños de los ciudadanos de hoy, al modo de "Bienvenido Mr. Marshall", aparece una gran manifestación en la que, en una gran pancarta, se exige que toda esa tropa se vaya a casa y deje sus puestos a ejecutivos de prestigio -de esos que dirigen Zara y Mercadona- quienes con toda probabilidad administrarían estupendamente el país sin tanto mamoneo.