La sombra de Sánchez es alargada. Ha dicho que se va, pero en realidad se queda. Se queda como militante, como diputado nacional y como aspirante a secretario general del Partido Socialista Obrero Español. Sus partidarios están seguros: Pedro Sánchez está en condiciones de presentarse y ganar las primarias "cuando toque". Es decir, que todavía tiene ganas de guerra, que todavía tiene ganas de "liarla" más de lo que lo ha hecho. Los afines siguen diciendo que Sánchez se ha ido "voluntariamente" como víctima objeto de una persecución y de una sucia maniobra por negarse a apoyar a Rajoy. ¿Los que así piensan están seguros de lo que dicen? ¿Es en verdad la abstención, que no el apoyo a Rajoy, la causa real y verdadera?

Apoyar a Rajoy sería votar sí en su próxima investidura, si la hay, abstenerse es otra cosa. Abstenerse es facilitar la gobernabilidad de España. No hay, no puede haber gobierno alternativo de un partido, el PSOE, que ha ido a menos. No puede haber un gobierno alternativo en el que figuren los que quieren romper España y los "Podemo's boys" que son igual o parecidos a los Bildu, los de la CUP y compañía. Entonces, ¿a qué seguir mareando esa perdiz? Sánchez se había puesto en exceso pesadito con el asunto del "no es no" y con esa costumbre de incluir el nombre de Rajoy tres veces en cada línea de sus mítines y discursos. Queremos un discurso nuevo y más fresco.

Las dimisiones en el PSOE no se han hecho esperar. Jordi Sevilla, abochornado, ha sido el primero en pedir la baja. Habrá más, conocidos y anónimos. Se queden, es decir, permanezcan o se vayan, el "no es no" de Sánchez sigue vigente. Aquellos que estaban a favor de una hipotética abstención, aquellos que no querían ni oír hablar de independentistas como compañeros de camino, aquellos que apelaban a pensar "primero en España, luego en el PSOE y, después, en nosotros" no se muestran ahora muy convencidos, aquellos que apostataban de unas terceras elecciones se muestran inseguros. ¿Entonces? La parafernalia montada, el bochornoso espectáculo ofrecido era por una cuestión de poder, puede que de principios, pero sin más trascendencia.

Diga lo que diga su cohorte de escribas y levitas, Sánchez venía sobrando hace tiempo en el PSOE. Como que al partido más que centenario no lo conocía ya ni la madre que lo parió. Susana Díaz no lo tiene tan fácil como a simple vista pudiera parecer. Su PSOE de ahora ha perdido no solo el norte sino el sentido de Estado que lo había convertido en un partido imprescindible en el espectro político español. Un partido que necesita hacerse fuerte nuevamente y ahora en la oposición, y mañana en el gobierno si los electores les dan la confianza necesaria, hacer las cosas bien. Habida cuenta que de ciertas políticas los gobiernos nacionales no tienen la culpa. Es Bruselas quien marca los tiempos. Y, o nos vamos a un "brexit a" la española con Podemos al frente o cumplimos "órdenes" si queremos permanecer en la Europa común que con sus sombras y sus luces es lo menos malo para la supervivencia de España.

Como no haya una reacción urgente, firme, coherente y seria, nos vamos a unas terceras elecciones en las que el Psoe puede correr un serio peligro para su existencia. Una oposición responsable y contundente, defendiendo a España y a los españoles y los valores del Psoe, serían más que suficiente para coger carrerilla. Pero, ojo al fantasma de Sánchez, habida cuenta de que no se ha ido del todo.