el itinerario recorrido por san Atilano durante su vida fue largo hasta llegar a Zamora. Nacido en Tarazona, se dirigió a las regiones del Bierzo, donde se encontró con el paisaje fragoso y solitario para la vida penitente. Allí, entre las oquedades de las montañas, no solo encontró el terreno propicio para la soledad, sino también a un penitente gallego de tierras lucenses, que desde entonces fue su compañero inseparable. Froilán y Atilano fueron dos compañeros que, unidos por la penitencia y por la fe, formaron una pareja singular. Ambos, después de pasar por Sahagún de Campos, llegaron al Monasterio de Moreruela, en tierras zamoranas, desde donde partieron como obispos para León y Zamora. Aquí llegó Atilano, siendo el obispo modélico que con el tiempo llegó a ser patrono de la Diócesis.