Andan revueltos los chicos de Podemos. No se ponen de acuerdo. Uno, Iglesias, encarna el terror; el otro, Errejón, la ternura. El secretario general del partido y el de Política se han enzarzado en público sobre la estrategia a seguir por Podemos. Iglesias quiere meter el miedo en el cuerpo a los ricos y poderosos y, de paso, a los que ni lo uno ni lo otro. Errejón prefiere la dulzura para seducir a los votantes e Iglesias le ha contestado que semejante ejercicio de seducción les ha costado un millón de votantes. No sé yo qué será mejor. Nada bueno puede salir de quien intenta meter el miedo en el cuerpo al personal. Bastante miedo da ya la situación del mundo. Bastante preocupación generan Trump y Clinton. Bastante desasosiego causa el Daesh sabiendo cómo se las gasta, no solo con los infieles encarnados en todos nosotros, también con los suyos, especialmente con las mujeres y los niños a los que someten a vejaciones y torturas sin un ápice de compasión.

A Iglesias y Errejón les importa un bledo el qué dirán. Los convencionalismos políticos y sociales no son para ellos. Ellos están y van a lo suyo. Cuando digo suyo es de ellos solitos, sin que les importe el resto de miembros de su partido y mucho menos los ciudadanos españoles. Ni quiero que me metan miedo ni que me seduzcan. Ni uno ni otro tienen pinta de seductores. Salvo que sea en un ámbito que desconozco, su capacidad de seducción no la veo por ninguna parte.

Pablo ha cargado contra Íñigo afirmando que habría preferido "no verse obligado a responder" a su secretario político tras el matiz realizado por este a raíz de un mitin del líder. Lo cierto es que cada día que pasa, Pablo e Íñigo se parecen más a Joaquín y Lucía Galán, mucho más conocidos como "Pimpinela". Como los hermanos argentinos no dudan en enzarzarse tontamente por lo más nimio o no tan nimio. Solo que lo de Pimpinela es ficción y lo de estos otros es real como la vida misma.

Se trata de algo más que discrepancias. Se trata de intentar hacerse con el poder, "seduciendo" a los que, llegado el caso, tengan que elegir entre el vinagre y el aceite, entre el ogro y el seductor. No sé quién tiene la razón, si es que alguno la tiene. Lo que sí sé es que por la vía del miedo no van a conseguir nada que no sea el rechazo de la sociedad en su conjunto, obviamente nunca de los que como ellos quieren hacer de los nuevos gobiernos de España un permanente ajuste de cuentas, revanchismo puro y duro y la siembra del odio entre españoles, es como si quisieran iniciar una nueva etapa de represalias, para que ningún tiempo en España deje de contar con sus pertinentes represaliados. Tanto afán de revancha sí que da miedo, sí da que pensar.

Iglesias y Errejón representan casi a diario el primer éxito de Pimpinela. Pregunta Pablo: ¿quién es? Contesta Íñigo: Soy yo. Pregunta Pablo: ¿qué vienes a buscar?; Contesta Íñigo: A ti. A lo que Pablo añade: Ya es tarde porque ahora soy yo el que quiere estar sin ti. Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta. Para que un compungido Íñigo le espete: Jamás te pude comprender. Y aunque piense para sus adentros: Estás mintiendo ya lo sé; Pablo, muy seguro de sí mismo, concluye: Vete, olvida que existo, que me conociste (en la Complutense). Y no te sorprendas. Olvida todo que tú para eso tienes experiencia. En fin.