Las elecciones al Consejo Rector de la Denominación de Origen Toro, celebradas el pasado 11 de septiembre, han abierto una nueva etapa en la historia de unos vinos encaminados a formar parte de la élite del sector. Los comicios, en los que se elegían diez vocales después de que la Junta redujera la composición del organismo de doce a diez representantes de bodegas y viticultores, han estado presididos por la polémica. Las organizaciones agrarias mostraron pronto su disconformidad tanto por esa reducción en los órganos de representación como por el sistema empleado que, a juicio de la Alianza del Campo, rompía la proporcionalidad, ya que las normas primaban a los productores con más hectáreas, aunque los pequeños viticultores sumaban mayor producción.

Al final, los resultados, que registraron sobre todo mayor interés por parte de las bodegas, acabaron dándole la mayoría a estas y, dentro de ellas, a las 15 que forman la asociación Fomentoro y que agrupan el 65% de la producción de vinos, con cuatro representantes y tres para los bodegueros independientes que habían presentado candidatura. La fecha oficial de inicio de la nueva andadura, sin duda decisiva para el futuro de la DO, arranca en un pleno el próximo 28 de septiembre donde se augura que se reproducirán esas diferencias de criterio que son las mismas que han venido lastrando el entendimiento entre viticultores y bodegas desde hace años y no solo con el precio de la uva como motivo para el desencuentro.

De hecho, los productores ya han expresado en voz alta sus temores: que los industriales fuercen, a través de la mayoría obtenida, modificaciones en el Reglamento de la Denominación de Origen que les perjudiquen en cuanto a riegos e introducción de nuevas variedades de uva, entre otros asuntos. Ambos sectores están de acuerdo en que son necesarios algunos cambios, aunque no se hayan puesto de acuerdo a la hora de determinar cuáles y de qué manera por la existencia de "intereses divergentes" entre unos y otros. Los agricultores acusan a las bodegas de querer "rentabilizar sus propias viñas" mediante un aumento en la densidad de plantación para evitar tener que comprar uva al resto de viticultores. Argumentan que ya existe excedente de uva suficiente en Toro y temen las consecuencias de la introducción de nuevas variedades.

Las bodegas agrupadas en Fomentoro argumentan la urgencia de llevar a cabo cambios en un Reglamento que apenas ha variado en los últimos treinta años, desde que fuera aprobada la DO. Esas novedades, insisten los bodegueros, son imprescindibles para incrementar las ventas de vino de Toro y que la zona de producción evolucione como lo han hecho Rueda o Ribera del Duero.

Ambos planteamientos, que se presentan como enfrentados, deberán encontrar, a partir del pleno del día 28, un imprescindible punto de encuentro, porque lo evidente es que productores y bodegueros son parte imprescindible para que la DO Toro prosiga el camino hacia la cumbre emprendido desde 1987. Los enólogos más expertos han reconocido las enormes cualidades de los vinos de la zona, gracias a la preservación de los viñedos antiguos, a las características de la tierra en que se cultivan las vides, la vendimia artesanal y la idoneidad de la tinta de Toro. En suma, lo que se valora por parte de los entendidos es la singularidad de un producto que ha despertado la admiración a nivel internacional y que por ello está llamado a formar parte de la élite de los vinos, puesto que en ella se producen algunos de los mejores del mundo.

Los gurús, de Peñín a Parker, se han rendido a la producción que es ya parte ineludible de la marca Zamora en su pujante industria agroalimentaria, y ningún esfuerzo debe quedar baldío para progresar en lo que es ya una fuente de riqueza que debe ir a más pero cuidando siempre la calidad reconocida, es decir, sin pasos atrás. Los catadores que trabajan para Robert Parker apuntaron, el año pasado, que la calidad media de Toro es superior a la consagrada Ribera del Duero. No puede haber mejor inicio en esa carrera ascendente en la que participan más de sesenta bodegas entre las que se han instalado las firmas más afamadas de España y grupos emblemáticos de Francia.

Los bodegueros exponen, a menudo, que uno de los problemas que se encuentran es la dimensión y la producción para hacer frente a grandes pedidos. Actualmente, el 30% de la producción de vino de Toro, según los últimos datos de exportación, se vende en otros países. Alemania, Holanda y Reino Unido encabezan la demanda europea que engloba el 45% de las ventas al exterior. Pero en América, en el exigente mercado de Estados Unidos, Toro comienza a labrarse el merecido prestigio y otros gigantes económicos como China también se han apuntado al consumo de vino de la DO Toro.

Cierto es que no faltan voces que aseguran que, en la ovacionada evolución que han experimentado los caldos toresanos, desde aquellos recios que se producían en las bodegas caseras, se deben introducir aún variantes para que se acomoden al paladar de la mayoría de los consumidores. Pero sería contraproducente realizar cambios que hicieran perder esa tipicidad y raza que los caracterizan. Densa y compleja es la tarea que aguarda a los nuevos integrantes del Consejo Rector, pero en sus manos está el futuro de una joya que ha llevado lejos los nombres de Toro y de la provincia de Zamora. No deben escatimar esfuerzos para que el resultado sea el mejor, el más equilibrado y el que ayude en la excelencia como objetivo común.