Es inevitable que se establezcan similitudes. Es lógico que se hagan comparaciones entre el nombramiento, ya fallido, del exministro de Industria, José Manuel Soria, para el Banco Mundial y la designación de la película "Julieta", de Pedro Almodóvar, para competir en los Óscar. Ambos fueron pillados en el asunto de los papeles de Panamá. Ambos son poco ejemplares. Sorprendió entonces y sigue sorprendiendo ahora que un progre de tomo y lomo como el manchego, que tanto ha criticado el modelo económico que rige en España, haya puesto sus dineros a salvo de cualquier imprevisto en un paraíso fiscal que como ciudadano le deja a la altura del betún. En un político es imperdonable. Pero es que también a los ciudadanos patrios, a título privado, hay que pedirles explicaciones.

Es verdad que una propuesta partió del Gobierno de España y la otra de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas, también de España. Es verdad que uno es un organismo oficial y el otro una entidad privada que elige a quien quiere y como quiere. Pero es que la película del tramposo Almodóvar va a representar a España. Y si es verdad lo que dice la letra de la Constitución, todos somos iguales a sus ojos. Cito textual: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Los únicos que al parecer no son iguales son los aforados nacionales y autonómicos que utilizan su aforamiento conforme conviene a sus intereses.

En atención a "cualquier otra condición o circunstancia personal o social", ambos, Almodóvar y Soria, Soria y Almodóvar, están pillados de lleno en lo mismo. Uno, político conservador, el otro cineasta progresista, pero bien acomodado. El exministro y el manchego han sido juzgados con varas de medir muy diferentes por su implicación en los papeles de Panamá. Y, con sinceridad, dada la visceralidad de unos cuantos, por estos lares patrios no se quiere ni regeneración democrática, ni cambio, ni gilipolleces, por estos lares patrios lo que siempre ha gustado, históricamente, es el linchamiento. Sobre todo si el linchado es una persona de derechas. Nada digo si es del Partido Popular. Pero si hasta en el PP hay quien no pierde ripio dando lecciones de ética parda, linchando a sus compañeros y quejándose de vergüenza ajena. No sé por qué, la gente de derechas les pone.

No defiendo a Soria, pero es que Soria no está imputado, no tiene causa judicial alguna y está al corriente de sus obligaciones tributarias. Se equivocó, mintió, pecado capital desde que Nixon hiciera lo propio que le valió la destitución, pero es que los negocios del ex eran perfectamente legales. Soria se fue pagando su error con ejemplaridad.