La verdad es que no nos podemos quejar de como está el tráfico en Zamora, en la capital, aunque todo sea mejorable, y en cantidad. Pero salvo horarios y fechas puntuales se desconocen casi los embotellamientos y aún así cuando se producen no suelen ser de excesiva duración, por más que fastidie lo suyo a quienes se ven inmersos en el atasco. En cuanto a aparcamientos, con prácticamente toda la zona centro regulada por la ORA con las zonas azules, el problema tampoco resulta tan agudo como el que suele sufrirse en las grandes urbes, aunque las últimas medidas del Ayuntamiento han contribuido a empeorar las cosas para los conductores, y no por la subida mínima de tarifas, sino por los límites del estacionamiento, con amenaza de multa y grúa incluidos. Quedan los aparcamientos subterráneos, suficientes, seguramente, para una ciudad pequeña y poco extendida, pero que nunca han tenido buena acogida como demuestra el hecho de que en la mayoría de ellos suele haber espacio casi siempre.

Pero que la capital zamorana no cuente, por fortuna, con grandes problemas de circulación tampoco quiere decir que no los tenga, pues tenerlos, los tiene. Y ahí están los accidentes, en forma de atropellos, colisiones, alcances y demás percances que ocurren en las vías públicas. Algo cuya solución se estudia por el equipo de Gobierno municipal para reducir sus consecuencias, a través del llamado Plan de Movilidad Urbana Sostenible, o sea a través del plan y la concejalía de Tráfico, es de suponer, como antes de la pomposa denominación de carácter tecnócrata se denominaba este especial área municipal. Ya se sabe que con ese lenguaje tratan de ocultar sus ignorancias algunos políticos que creen que con este absurdo léxico, ridículo tantas veces, se sitúan por encima de la gente de la calle.

Las conclusiones a las que está llegando el citado plan son viejas y no aportan, sino ratificar las vías de la ciudad de más riego para todos, que lo llevan siendo hace muchos años sin que nadie haya puesto en marcha las soluciones necesarias, aunque en numerosas ocasiones se ha tratado en el Ayuntamiento capitalino de proyectos posibles que luego nunca se concretaron, como por lo demás y por desgracia suele ocurrir siempre en Zamora. Obvio es afirmar que la travesía, avenida, autovía o lo que sea, de titularidad estatal -y ahí radica la cuestión- de Cardenal Cisneros sigue siendo la que acumula mayor número de accidentes, aunque puede que algo se hayan rebajado debido a las medidas de mayor señalización que han ido siendo adoptadas a lo largo del tiempo. Pero el caso es que, aún así, cada cuatro días se registra algún percance, debido a sus peligrosas características.

Otras calles completan el ranking y son las avenidas de Requejo, Tres Cruces, Villalpando y Galicia, aunque a distancia de Cardenal Cisneros, si bien uno de cada tres accidentes se producen en estas cinco vías de vertebración de la urbe. Los pasos cebrados de peatones siguen siendo los lugares de mayor siniestralidad pese a las últimas reformas de seguridad llevadas a cabo en estos espacios. Es una labor que hay que ampliar para conseguir mayores niveles de seguridad en el tráfico zamorano.