Por mi parte ha sido muy sentida, puesto que he seguido muy orgulloso la trayectoria política de la zamorana Rosa Valdeón Santiago, con suya familia me unen lazos de amistad desde hace muchos años. Es una de esas noticias que resultan agridulces. Lo agrio está en que con detrimento para la política española, se rompe la carrera eminente de una persona que siempre ha sido responsable y sincera en sus manifestaciones y en sus actuaciones, incluso belicosas con la cúpula de su propio partido: basta recordar su actitud con relación al reciente caso Soria. Lo dulce es comprobar que se aleja algo de esa clase (la política) de la cual opino algo muy parecido a lo de mi difunto cuñado francés, de quien recuerdo la definición más breve y acertada. Era policía de importantes escoltas; y el verano en el que figuraba como escolta de la delegación del Vietnam del Norte en París, tal vez movido por el hecho de que los vietnamitas de la Delegación veraneaban en la Costa Azul francesa, al mismo tiempo que sus "hermanos" morían en la guerra con sus vecinos del sur, dijo la frase: "La politique est une merde!". Creo que el mal olor excusa de la traducción. El acicate para mi cuñado, la actitud de los hermanos políticos contra la de los hermanos combatientes.

Pero, dejando a un lado la opinión que merezca la política, hay que ceñirse a la dimisión de Rosa Valdeón, los hechos que la motivaron y, tal vez, la reacción de personas que enjuician tal acontecimiento. Entre estas hay políticos zamoranos y algún periodista. Proclama este que Rosa debe dimitir de todo campo de la política; ya es muy de alabar en él (y en los demás) que no exijan que Rosa Valdeón entregue su título universitario en Medicina. En cuanto a los políticos zamoranos que se han manifestado, tal vez se ponga de manifiesto la envidia o la enemistad declarada en el pasado. Creo que ya es bastante que un hecho en lo particular mueva a una dimisión en lo público. Como ella misma ha declarado, su dimisión es ejemplo de la ejemplaridad (valga la redundancia) que debe imperar en la vida de los políticos. Como es natural, alabo esa ejemplaridad y la rapidez con que se produjo la dimisión, aunque la juzgue un poco precipitada, como expuse cuando la de Soria.

Sin embargo, me ha resultado todo lo sucedido como algo no espontáneo, sino bastante preparado, tal vez por persona o personas influyentes. Hay cosas que me resultan extrañas, sobre todo si esto se compara con otros casos en los que entra la circulación. Me gustaría que se profundizara bastante en el bar de carretera en el que Rosa se detuvo a tomar el "bocadillito" y las dos cervezas que, unidas al medicamento, ocasionaron -según el documentado juicio de la misma Médico Rosa- una elevación en la presencia de alcohol detectada por el alcoholímetro de la Guardia Civil. Es lamentable que ella renunciara a la comprobación en hospital que los mismos funcionarios de la Guardia Civil le sugirieron; renuncia de la que ella misma se arrepintió más tarde. Hay datos del suceso que solo se explican comparándolos con hechos ocurridos en alguna ocasión en las paradas de los establecimientos de carretera.

He conducido durante muchos años y me resulta algo rara la conducta del camionero que denunció un accidente en plena autovía (según indican esos 90 kilómetros anteriores a la detención de la Guardia Civil ya en el término de Toro). Se produjo, según lo declarado por el camionero, un adelantamiento de un Volvo, que impactó en una rueda del camión; el camionero se vio obligado a una maniobra, a continuación tocó el claxon y dio luces y, después de eso, tuvo tiempo de apuntar la matrícula del volvo que iba a mucha velocidad. El impacto, que no perjudicó al camión produjo en el Volvo un rasponazo en la parte trasera y un deterioro en el parachoques; la conductora no se percató de nada de eso; ¿a ustedes les ocurre eso? Además de lo apuntado, se movilizaron las Comandancias de la Guardia Civil de Ávila, Valladolid y Zamora; no las de León y Galicia, habiendo ocurrido el accidente en un punto de la carretera que podía conducir a varias provincias. Esto tiene la explicación de que la Guardia Civil, al comprobar a quien podía pertenecer el Volvo, supuso que la conductora se dirigía a Toro o a Zamora; pero todos los datos, comparados con la declaración de la propia Rosa Valdeón, dan a entender que no se trata de un caso cualquiera, sino que se han manejado los datos con una actitud no acostumbrada. ¿Habrá existido estudio en este asunto? Yo no me creo la declaración adversa.