Y no los tenga usted, le comen o le pisan si de vez en cuando no se demuestra ese poderío en concreto. Como tuvo que demostrarlo la colegiada Marta Galego. A esta chica le tocó arbitrar el encuentro de la UE Valls contra el Cambrils Unió de Tarragona, en la primera jornada del grupo de Segunda Catalana. Pobrecicas todas las colegiadas que en España son. Conociendo el animalismo que se gastan ciertos forofos, me puedo imaginar lo que deben sufrir. Pero para eso están los "dos" que, casualmente, en las mujeres son "varios".

En el minuto 23, tras una decisión arbitral, un espectador le gritó que se fuera a "fregar platos". Ni corta ni perezosa, suspendió durante unos minutos el partido, reanudándolo cuando expulsaron del campo al autor del insulto machista y en aplicación de la normativa "Cero insultos en la grada". Porque, ¡ya va bien con la coletilla que algunos se han aprendido de memoria!

La coletilla no es nueva, los abajo firmantes de una central sindical de clase zamorana, enviaron a servidora al mismo sitio, es decir, a fregar platos, disconformes con un artículo del que se podía discrepar, ¡cómo no!, pero no insultar y utilizar términos tan fuera de lugar. Lo más doloroso es que entre los abajo firmantes había algunas mujeres. Flaco favor se hicieron a sí mismas. Esa es una de las cosas que imposibilita que me crea algunos mensajes de pretendida igualdad y otras zarandajas por las que resulta difícil tragar a sabiendas de lo que piensan, opinan y son capaces de hacer algunas mujeres cuando son engullidas por la manada.

Los cero insultos en la grada, son también aplicables a los hombres que gritan a los propios hombres y a las mujeres que se hacen machos de palabra y gritan cosas irreproducibles. No se puede asistir a un espectáculo con afán ofensivo, con ganas de bronca, con la más absoluta ausencia de educación y de buenas formas. El deporte es otra cosa, sin embargo nos empeñamos en ensuciarlo de palabra y de obra. La igualdad ha llevado a muchas mujeres a desempeñar tareas que hasta hace poco parecían reservadas a los hombres y algunos energúmenos, eso de la igualdad como que no lo llevan nada bien.

Malo los que te mandan a fregar platos sin encomendarse ni a dios ni al diablo, peor es cuando te llaman "puta" sin que venga a cuento y sin pensar en su madre, mujer y hermanas. Lamentable que muchos de los que tienen la susodicha palabra a flor de labios sea gente joven, excesivamente joven. Las ofensas gratuitas y machistas están a la orden del día. Hasta que algunos se encuentran con la horma de su zapato o con alguien que le hecha dos, porque los tienen bien puestos, y detiene un partido de segunda, de primera o de lo que sea con tal de hacer justicia y conforme exige la normativa.

Bien por la colegiada. No hay que amedrentarse ante el vocabulario de ciertos especímenes. Viene al pelo aquella letrilla, creo que de Rafael de León, que recuerda: "Tu no hables mal de esa mujer, aunque te hayan dicho que es una fulana. Calla la boca cristiana, por si puede que alguna vez, digan lo mismo de tu hermana".