Anda el ambiente político tan recalentado como este verano en el que el calor dura más que nunca, como si no fueran a acabarse las vacaciones que dejan en suspenso el trabajo y las obligaciones diarias.

Todo por culpa de la política, que no acaba de madurar para que llegue el otoño, y con él la cosecha del nuevo gobierno y asuntos tan serios como los presupuestos generales del estado, las leyes y estas cosas tan importantes. Pero también los asuntos livianos se resienten, y este año no acaba de cuajar ninguna canción que merezca claramente el título de "canción del verano" porque sea la más pegadiza y suene en medios de comunicación, discotecas y verbenas. Porque lo único que no ha parado de sonar machaconamente en el dial y de dar la matraca hasta en el bar del pueblo más pequeño ha sido la investidura del presidente del gobierno, desplazando del baile cualquier otro estribillo.

Así que, a falta de canción del verano destacada, cada político ha interpretado su particular y pegadiza canción en torno al debate de investidura.

El candidato a presidente, Rajoy, no ha dejado de corear con su partido la canción de Amaral: "No quedan días de verano, el viento se los llevó/ un cielo de nubes negras, cubría el último adiós". Todo para meter prisa y miedo en el cuerpo ante la que se avecina si no se vota cuanto antes un gobierno con una mayoría aceptable.

Siguiendo con Amaral, los bipartidos PP y PSOE han coincidido cantando, antes Sánchez en la investidura de diciembre pasado y ahora Rajoy en la reciente, la misma melodía dedicada a Rivera el de Ciudadanos, pidiendo sus votos: "Sin ti no soy nada/ Solía pensar que el amor no es real, una ilusión que siempre se acaba/ Y ahora sin ti no soy nada".

Tras la derrota de los dos candidatos a quienes han apoyado en sucesivas investiduras con el mismo o parecido programa, andan los de Ciudadanos poniendo fin a las dos relaciones políticas con la "rentrée" del Dúo Dinámico y su canción del verano: "El final del verano llegó y tú partirás./ Yo no sé hasta cuándo, mi amor recordarás /Pero sé que entre mis brazos yo te tuve ayer?". Aunque en diciembre fueron los brazos de Pedro y en septiembre los de Mariano.

Unidos Podemos, como no puede ser de otra manera, no canta con una sola voz, sino con las de sus componentes. Pablo Iglesias se decanta por la "Bomba" de King África: "Un movimiento sensual, un movimiento sexy/ Para menear esto es una? bomba/ Meneíto para arriba, para arriba, para arriba / Suavecito para abajo, para abajo, para abajo?". Como ha sucedido en las últimas elecciones donde perdió un millón de votos presumiblemente de los de abajo.

Más ortodoxo, Alberto Garzón sigue con el Dúo Dinámico y su: "Resistiré para seguir viviendo/ soportaré los golpes y jamás me rendiré/ aunque los sueños se me rompan en pedazos/ resistiré, resistiré". O al menos eso esperamos los que defendemos un gobierno de izquierdas.

En algunas periferias tienen su propia liga de canción veraniega en euskera, catalán, valenciano o gallego. Pero no hay una canción de investidura claramente ganadora, porque hay demasiados solistas y ninguno se junta para formar una coral.

El pueblo español por su parte opta ante el gobierno por el desconcierto del "Aserejé, ja de jé" y su falta de claridad política; el pesimismo de la resignación "ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio/ contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero". O lo que realmente haría falta en este momento aunque de momento nadie convoca: salir a la calle y cantar con Quilapayún "el pueblo unido jamás será vencido".

Lejos de escuchar al pueblo, los cuatro principales líderes políticos están ensayando, sin embargo, "los muñecos de famosa se dirigen a gobernar?", para no defraudar la imagen inmerecida de la España de zambomba y pandereta.