La mediocridad es una miseria de la condición humana que no depende de la raza, de la ideología, de sexo, de la edad, de la formación ni de ninguna otra circunstancia personal.

El mediocre pretende ser el mejor apartando de su lado a quien cree que pueda ensombrecer su figura. El mediocre no soporta la crítica, aunque sea constructiva, porque en cada crítica ve un ataque a su persona. El mediocre pretende tapar el brillo del sol con su dedo índice.

Por eso la mediocridad suele ir acompañada de la soberbia, es decir, de un sentimiento de superioridad frente a los demás, a los que dispensa un trato distante y despreciativo.

Si en cualquier actividad el mediocre es rechazable, en la vida pública lo es mucho más. Sánchez, el líder de los socialistas viene dando buenas muestras de mediocridad en los últimos meses.

Su actitud obstinada a no dialogar con Rajoy, no digo a llegar acuerdos, sino simplemente a cumplir con su deber como líder de la segunda fuerza política de España, es una clara muestra de su mediocridad. Y su "no, no, que parte del no, no ha entendido?" pone de manifiesto su soberbia. Su negativa a escuchar las opiniones de relevantes figuras del socialismo evidencia la reacción del mediocre, hacia quienes cree que puedan ensombrecerle.

Sánchez calificó de "prescindible" la brevísima reunión que tras varios intentos infructuosos aceptó tener con Rajoy. Le dijo no sin escucharlo y dijo incluso que votará no a los presupuestos del Estado que aún no han sido elaborados. Dice no a Rajoy, dice no querer unas terceras elecciones, pero no ofrece alternativa.

Lo más preocupante de este comportamiento tan mediocre del líder del PSOE, es que con su actitud mantiene bloqueado el Gobierno de la nación, los presupuestos del Estado, los de las CC AA y los de los Ayuntamientos y, con ello, las inversiones en Educación, en Sanidad, en Infraestructuras, la revaloración de las pensiones, o el salario de los funcionarios públicos, entre otras muchas cosas.

No creo que el PSOE merezca la mediocridad de su líder, pero estoy seguro que los españoles no merecen sus consecuencias.

(*) Senador del PP por Zamora