Celebrada la reunión entre el candidato Rajoy y el candidato Sánchez, sin el menor acuerdo ni el más mínimo atisbo de que pueda haberlo, al menos de inmediato, el del PP responsabilizó al del PSOE de bloquear la situación, culpándole de que no pueda haber Gobierno y de que ello puede originar unas terceras elecciones. A las que habría que ir con cuatro nuevos candidatos, eso piensa mucha gente. El presidente en funciones se entrevistó luego con Rivera, el de C´s, y más de lo mismo, pues el centrista, de entrada, se mantuvo en la abstención anunciada, con lo cual dio motivo a Rajoy para repetir el sonsonete y culpar a todos, aunque con más énfasis a los socialistas, claro, pues de sobra sabe que Rivera es su última baza a jugar, una baza débil y movediza, que puede ganar todavía.

Al efecto, Rivera ha vuelto a brindarse y comprometerse cerca de Pedro Sánchez, para tratar de convencerle y que se abstenga en la investidura de Rajoy, si es que se produce, con lo cual se conseguiría una minoría suficiente para salir adelante. O para que firme la gran coalición, en la cual C´s sobraría, eso está claro, aunque puede que los esfuerzos de su líder fuesen premiados con algún cargo. Y si no, que va a ser que no, pues siempre queda volver a decir lo contrario de lo que se dijo, y acabar apoyando a Rajoy, tan vetado de boquilla antes, para que siga en La Moncloa. Lo que de ninguna manera quiere Rivera es que haya nuevas elecciones, pues teme que tras tanto arre y tanto so, sus escaños ya en disminución quedasen en una cifra meramente testimonial y gracias. Desde luego, si el líder de C´s, y Pablo Iglesias por Podemos, son el futuro político del país, apaga y vámonos. Lo mismo que se suele opinar de Sánchez, secretario general del PSOE pero sin la menor fuerza a no ser que al final de la escapada los hechos demuestren lo contrario. Las presiones de los suyos tienen al hombre entre la espada y la pared y hasta su mismo antiguo aliado, Rivera, le presiona. Parece olvidarse que hubiese bastado la abstención del PP en febrero para alumbrar un Gobierno que llevaría ya meses en ejercicio. A día de hoy, el del PSOE insiste en que nunca apoyará al PP, e incluso se ha mostrado el candidato socialista lejano y sarcástico al asegurar que ya es hora que la derecha se entienda con los partidos de derecha, en alusión a C´s, a los que pide que respeten la negativa socialista. Pero sigue, por otra parte, sin definirse acerca de, si en caso que fracase la investidura de Rajoy, estaría dispuesto a aceptar el envite, si así se lo encarga el rey, y tratar de formar un Ejecutivo de izquierdas con Podemos y el apoyo de los nacionalistas.

Rajoy puede culpar a los demás, a todos, pero debería incluirse en la lista el primero, como culpable principal de la situación, porque lo es, al bloquear con su presencia otras posibilidades de acuerdo. Sin él, Rivera ya no tendría sonrojo en votar sí, y puede que el PSOE se abstuviese como último recurso. Pero, no. Él sigue, impertérrito, aún siendo el político más rechazado y con solo un poco más de un 30 por ciento de apoyo electoral. El es el mayor culpable de que pueda producirse esa crisis sin precedentes, con la que en su línea de meter miedo, amenaza y demoniza a los demás.