Buena parte de la sociedad zamorana coincide en la necesidad de dotar a la ciudad de un nuevo Museo de Semana Santa. Las actuales instalaciones carecen de espacio suficiente siquiera para mostrar los pasos de una manera conveniente, no ya para desarrollar un discurso expositivo moderno o una programación cultural destacada.

Consciente del problema, la Junta Pro Semana Santa ha barajado en los últimos tiempos diferentes emplazamientos para un edificio de nueva planta, parece que descartada la ampliación del actual por la dificultad que supone la adquisición de múltiples pequeños solares. En este sentido, se han propuesto el clausurado convento de las concepcionistas, el colegio Gonzalo de Berceo y, más recientemente, el parque de San Martín. Todos ellos presentan problemas evidentes. El edificio conventual ha sido desechado desde instancias eclesiásticas porque se postula como futura sede de los museos diocesano y catedralicio. Las otras dos propuestas no son asumibles por cuanto comportan la pérdida de un equipamiento educativo y de una de las pocas zonas abiertas y lúdicas con que cuenta el casco antiguo, respectivamente.

En cambio, no se ha considerado suficientemente una cuarta opción. Próximo a estos dos últimos emplazamientos se encuentra el antiguo colegio de San Vicente de Paúl (vulgo Patronato), en la actualidad sin uso, que reúne una serie de requisitos que lo hacen idóneo para ubicar el nuevo museo.

El conjunto está formado por la iglesia tardo románica con reformas barrocas de Los Remedios, restaurada en su exterior por Zamora Románica, y el colegio, cuyo edificio principal es un ejemplo reseñable de art decó de los pocos que permanecen en pie en la ciudad.

Este lugar presenta una serie de indudables ventajas como son su excelente localización, junto al recinto amurallado (escenario de la mayoría de las procesiones); buenos accesos y cercanía al único aparcamiento subterráneo de Zamora habilitado para autocares. Se trata de un recinto capaz, pues además de la iglesia y el edificio principal, dispone de edificios auxiliares sin interés y un amplio patio con extensión más que suficiente para alzar un edificio de nueva planta que pudiera albergar los grupos escultóricos. Por otra parte, es un bien de titularidad eclesiástica, que incluye un templo que ha estado al culto hasta hace muy pocos años. Finalmente, con esta ubicación del museo, Zamora recuperaría un espacio patrimonial actualmente en degradación.

Pendientes de la capacidad de diálogo de los responsables institucionales quedaría la fórmula de cesión o uso de este espacio, la financiación y el futuro destino del actual museo, interesante construcción de los años sesenta que merece ser conservada.

No consintamos que esta necesaria obra sea motivo para destrozar aún más nuestra maltratada ciudad y que enfrentamientos estériles pongan en jaque su viabilidad.

(*) Archivero e historiador