Ya ha llovido y vuelto a escampar cien veces desde que servidora comenzó a advertir del peligro que suponía el incremento en la población de palomas que estaba experimentando nuestra ciudad. Ni puto caso. En el Ayuntamiento, especialmente durante las dos onerosas legislaturas Valdeón, lo que se dijera en los medios y lo que opinaran los ciudadanos, la regidora se lo pasaba por la suela de sus botines. Ahora ocurre algo parecido. Que nadie crea que se hace más caso que entonces a lo que piensan y opinan los vecinos de esta noble y leal ciudad.

Que las palomas nos ensucian la ropa que hay en el tendedero, ¡no pasa nada!, se vuelve a poner la lavadora. Que nos manchan los cristales recién limpios, ¡no pasa nada!, se vuelve a pasar la bayeta. Que su defecación viene a caer en nuestra harta cabeza, recién salidas de la peluquería, ¡no pasa nada!, se vuelve a la 'pelu', y aquí paz y para el Ayuntamiento la gloria de haber descubierto que las palomas son ya una plaga en Zamora. Que tiren de hemeroteca y comprobarán a qué año se remonta la primera denuncia al respecto que se formuló desde este rinconcito de papel.

Que no, señor alcalde, que tampoco, señor concejal, por muy animalistas, ¡he dicho animalistas!, que sean ustedes, no pueden conceder prioridad a las palomas frente a sus convecinos de las calles más afectadas. No pierdan de vista la zona del antiguo cine Barrueco, donde se acumulan hierbajos y maleza de todo tipo, junto a esos otros bichitos que hacen la competencia a las hermanas palomas. Menos espíritu franciscano en lo que a las "columbas" se refiere, y más atender la preocupación de los vecinos. Menos grandes proyectos con los que hacer historia, y más procurar el bienestar de los habitantes de esta hermosa ciudad. De los que pisamos a ras del suelo. No de los que están por las nubes anidando en nuestros maltrechos tejados y allá donde pillan hueco.

Que don Romualdo, concejal de Medio Ambiente, se de una vueltecita por el centro y compruebe personalmente cómo están las aceras, las puertas de ciertos inmuebles y los escaparates de ciertas tiendas, que aguantan, con un estoicismo admirable, a palomas y golondrinas. No sé si estas últimas volverán de tus balcones sus nidos a colgar, lo que sí sé es que tienen echada a perder de mierda pura y dura, las aceras de Magistral Romero, Cortinas de San Miguel, San Miguel y otras más. Por cierto, debe ser que sus vecinos no pagan impuestos municipales porque por las vías citadas nunca hay "manga riega" que limpie un poco el desaguisado volátil. ¡Ya va bien!

La situación es insostenible para muchas comunidades de vecinos que, gracias a las palomas, salen a retejo anual. Y eso cuesta una pasta. El Ayuntamiento no la va a poner. De poner, pone la mano para que le den, y los vecinos a tomar por el saco. Que ojalá no empiecen a aflorar enfermedades de las muchas que producen las palomas, porque entonces el escándalo será mayúsculo. Esto no es un invento mío. Esto lo dicen los médicos, los científicos que saben al respecto más que don Romualdo, el señor Guarido y servidora juntos. Que no, que no han venido a descubrir nada nuevo, que hace años las palomas constituyen una plaga en toda regla en la Zamora urbana. Pónganle remedio urgente al asunto, por favor.