Ya han pasado más de dos semanas del llamado "viernes negro" en el que nos levantamos alarmados por la noticia de que el "brexit" se hacía realidad. El 52% de los votantes británicos han decidido abandonar la Unión Europea. Una decisión quizá precipitada, sin conocimiento y reflexión de las posibles consecuencias. El triunfo del "brexit" ha provocado una seria y manifiesta preocupación política y social. Ha sido el motivo de la inmediata dimisión del primer ministro David Cameron, y el objeto de descontento de miles de londinenses que se reunieron el 28 de junio en manifestación.

El papa Francisco también se ha referido a esta decisión como una de sus preocupaciones. Sin embargo, es solamente un hecho que manifiesta problemas y tendencias que están en el fondo. "La guerra ya está en Europa" advierte con rotundidad Francisco. El conflicto, la enemistad, la distancia y la división se anteponen a la unión, la convivencia y la paz.

Sin competencia y sin interés por un análisis político, creo que el acontecimiento producido en Gran Bretaña puede resultarnos útil para nuestra reflexión. En primer lugar, constatamos, una vez más, que el individualismo imperante en la sociedad actual sigue haciendo de las suyas; atacando todo proyecto común que suponga unidad, cooperación, convivencia o solidaridad.

No obstante, creo que todos seguimos sin encontrar una respuesta del todo satisfactoria a una pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué un porcentaje tan alto de británicos desean salir de la Unión Europea? Los medios de comunicación abundan en opiniones que conjeturan posibles motivos: economía, inmigración? Quizá debamos invertir la pregunta y apuntar hacia la Unión Europea. Quizá es el momento adecuado para evaluar a la Unión Europea, revisar el proyecto común, y reencontrar la fuerza que tuvo en sus raíces, si al final del examen se comprueba que ésta se ha perdido. Resulta evidente que el cimiento europeo en los valores del humanismo cristiano se ha perdido o se ha olvidado, y es necesario reencontrarlo. Por una parte, la diosa economía ha copado el centro de intereses y preocupaciones. Y por otra parte, resulta que Europa se alza en lucha por "valores" justamente anticristianos. Y así, por ejemplo, insta a Polonia para que despenalice el aborto y elimine la objeción de conciencia de los médicos.