No hubo "sorpasso" pero hubo "sorPPresa". No hubo "sorpasso" pero sí "tortasso". Los españoles han vuelto a confiar mayoritariamente en Mariano Rajoy dándole una nueva oportunidad. El líder del Partido Popular, ha sido el candidato más ninguneado, más criticado, más fustigado y más agredido por sus adversarios políticos. Y los españoles, que no son tontos, perdonan pero no olvidan. No olvidan la agresión sufrida por Rajoy en su Galicia que le costó un susto y unas gafas. No olvidan que, precisamente en su tierra natal, fue declarado persona non grata por unos desaprensivos que quieren "bolivarizar" España. Como tampoco olvidan las constantes agresiones verbales de Sánchez. Recordemos su insulto en aquel cara a cara de los anteriores comicios. Tampoco se han olvidado de la petición permanente de su cabeza por parte de Rivera.

Sánchez y Rivera montaron su campaña sobre lo que ellos creían que era el cadáver político de Rajoy y se equivocaron. Que Sánchez dé gracias al hecho de haberse levantado un día más como secretario general de los socialistas y que Rivera, deje de pedir el fuera de juego de Rajoy y se preocupe del devenir de su partido, de quiénes entran y quiénes salen, de su pelaje político y de sus trayectorias porque, a lo mejor, quién sabe, algún día le devuelven la pelota utilizando la misma petición. Resulta, que los españoles tienen memoria, que no somos tan torpes como machaconamente han venido insistiendo desde la izquierda más radical y que no queremos experimentos ni con gaseosa.

La prepotencia y el mal perder de Iglesias quedó demostrado en la noche electoral. Su negativa a contestar a preguntas de los periodistas y su gesto adusto y cabreado le retrataron. En España estamos hartos de cuentos y de cuentistas. Nos los han contado todos, incluso los de nuevo cuño. Algún cuentista creyó que soltando su cuento iba a engañar al electorado y como la paloma de Alberti, también se equivocó. Queremos que los políticos pisen la realidad. Bajen al barro, al pavimento que los demás hollamos con nuestra huella diaria y que se hagan cercanos y humanos porque algunos parecen todo lo contrario. Y, sobre todo, queremos humildad y sencillez.

Hay que saber perder al igual que hay que saber ganar. Humildad, sensatez y sencillez. Aplicando las tres se tiene medio camino andado. Y hay que aplicarlas por igual en el triunfo y en la derrota, a sabiendas de que ambos, triunfo y derrota, son dos impostores a los que hay que tratar de igual forma. Si los líderes de las distintas formaciones no han aprendido o no han entendido la lección que se busquen urgentemente un profesor particular que los ponga a tono con la realidad. Las chulerías acaban pagándose, pasan factura. No se puede mantener mucho tiempo la altanería, sin pagar por ello. Los que van de sobrados sucumben. No lo digo yo, lo han dicho las urnas. Y hay que ser respetuoso con mayorías y con minorías, desde la humildad, tan escasa entre algunos políticos. No hubo "sorpasso" pero sí, por lo que se ve y se sabe, una "sorPPresa" mayúscula.