Estos hijos de la Gran Bretaña siempre han querido ser diferentes al resto de los mortales, pero siempre han ido de colonizadores por todo el mundo tratando de imponer su idioma y sus costumbres.

La pírrica mayoría que han obtenido los partidarios del "brexit" ha convulsionado a propios y extraños creando tal cantidad de problemas que no acertamos a comprender en que puede beneficiar a los vencedores del dichoso referéndum. Hay que ver lo retorcidos que son los británicos que, hasta en lo del sentido de la circulación tienen que ir por la izquierda en lugar de hacerlo por la derecha como es norma en la mayoría de los países.

Y no digamos el galimatías que nos crea a los ciudadanos normales su particular sistema de pesas y medidas, que hay que echarles de comer y de beber aparte: No se habla de kilos, que tienen que ser libras u onzas; no hablemos de litros, que han de ser pintas o barriles. Y si se trata de utilizar el metro, como medida de longitud, hay que hacerlo por pulgadas, pies, yardas, millas ...

Claro que como lo que importa es el nivel de vida que ellos se pueden permitir con esa unidad monetaria que es la libra esterlina, pues ellos vienen a España a vivir largas temporadas, comprar pisos, chales, urbanizaciones y hasta pueblos enteros sin importarles los cálculos de transformación a euros y céntimos de sus libras, chelines y peniques (antes de la decimalización, la libra se dividía en 20 chelines y el chelín en 12 peniques). Menos mal que, a partir del 15 de febrero de 1971, entró en vigor el valor decimal de la libra y su división se hace en cien nuevos peniques.

Pero, ¿qué pretenden los partidarios del "brexit", si hay un cuarenta y nueve por ciento de ingleses que quieren continuar en la Unión Europea? Parece ser, según las encuestas que su sentido de la "libertad" les rebela contra cualquier norma que venga de fuera, temen perder su soberanía que yo creo que nadie les cuestiona. Más les valía se apliquen el mismo criterio para valorar "nuestro" Gibraltar, donde los llanitos han manifestado en un noventa y seis por ciento que quieren permanecer en la Unión Europea.