Y cuando despertó (Europa) el "brexit" ya estaba allí, como en el microrrelato de Monterroso, y eso que las encuestas previas y las del mismo jueves día 23 daban como ganadora, aunque fuese por muy poco: 52 a favor, 48 en contra, la opción de que el Reino Unido continuase dentro de la Unión Europea, una peliaguda cuestión que los británicos decidían en un absurdo referéndum que nunca debió celebrarse y que dio literalmente la vuelta a los sondeos y estimaciones, pero que se llevaba a cabo atendiendo los intereses políticos de los conservadores y de su líder y primer ministro, David Cameron, quien, eso sí, nada más conocer la derrota anunciaba que dimitiría en octubre, justo cuando se inicien las negociaciones con Bruselas para la salida ordenada de la UE. Pero el desastre es histórico, de consecuencias muy duras e irremediables, y lo es para ellos y para el resto de los europeos.

De hecho, las reacciones fueron inmediatas y a todos los niveles: grandes caídas de las bolsas, depreciación de la libra y del euro, y partidos radicales pidiendo consultas similares, para irse de Europa, en Francia, Italia y otros países, mientras se especula con que Escocia exigirá un nuevo referéndum de independencia del Reino Unido, pero para continuar en la UE. También en España, por supuesto, donde todos los partidos han expresado su disgusto y su preocupación por las repercusiones que la espantada va a a tener. Hasta Rajoy salió a la palestra con un mensaje institucional de tranquilidad que, como casi siempre le suele ocurrir al presidente en funciones, no tranquilizó a nadie. Además de la repercusión que el asunto va a generar en cuanto a exportaciones, importaciones, aranceles y demás, una vez acabado el libre comercio, hay otro aspecto notable que puede salir muy perjudicado: el turismo, pues de Gran Bretaña llega cada año el mayor contingente de visitantes, aparte del gran número de residentes británicos con propiedades sobre todo en las zonas costeras de sol y playa.

Porque se acabó igualmente la libre circulación por la Europa unida, como hasta ahora, y los pasaportes, los visados, las aduanas, los permisos de estancia y trabajo, los servicios sociales, van a sufrir importantes modificaciones, nada beneficiosas para los usuarios. Y si ellos lo van a notar, lo mismo les va a suceder a tantos extranjeros como viven en el Reino Unido y que verán variar sus condiciones de vida, entre ellos muchos españoles ahora muy preocupados por la nueva situación que se les ha venido encima. Un grave paso atrás para Europa, en fin, aunque no se haga plena realidad hasta dentro de un par de años y del que es principal responsable el premier Cameron y su partido conservador. Por haber permitido este referéndum que sitúa en primer plano la inconveniencia de las consultas populistas que no pueden fiarse a un sí o un no, pues son decisiones que conllevan grandes complejidades, afectan a millones de personas y sus derechos, y no pueden depender de mecanismos tan simplistas, viscerales, y demagógicos en la mayor parte de los casos, como ha ocurrido ahora con esos nuevos partidos británicos dedicados a promover la salida de Europa, burdo capricho nacionalista que se va a pagar muy caro.