Hasta ahora, el momento álgido de la campaña electoral ha sido la emoción de Rajoy ante un campo de alcachofas en Tudela (Navarra). No lo digo yo, que soy un observador despistado, sino que lo afirmó el propio don Mariano casi con la voz entrecortada por ese sentimiento que, cuando invade el alma, te deja sin resuello. Sucedió el pasado miércoles y las palabras, el tono y la imagen del presidente en funciones rodeado de una selva de verdor alcachofero han dado la vuelta al mundo. Un día después, el líder del PP visitó una vaquería asturiana. Al iniciar su discurso, se oyó un "muu" potente. Se ignora si la vaca aplaudía o rechazaba la presencia del candidato, o si se limitaba a reclamar su ración de pienso y a pedir a los asistentes que la dejaran en paz con su rutina diaria. El caso es que Rajoy, al reiniciar el mitin, arrancó con un "Mu, muy buenos días". Tampoco se sabe si influyó el mugido anterior o si aquello fue tan natural como la vida misma. La escena ha tenido, asimismo, amplia difusión en España, Europa y allende los mares. Para que luego digan que el agro no vende.

Estos dos episodios se produjeron cuando aún se escuchaba un silencio ensordecedor por algunas de las omisiones registradas en el tedioso y poco esclarecedor debate mantenido en la noche del 13 de junio, festividad de san Antonio de Padua, por los gerifaltes de los cuatro partidos con mayor presencia en el Congreso. Una de las ausencias más llamativas fue precisamente la del sector agrario, ese que cultiva alcachofas y cuenta con cientos de granjas (cada vez menos, eso sí) donde hay vacas, de las que sale la leche (no solo de los tetrabricks) y terneros, de los que se hacen filetes que, en principio, no están envueltos en plástico ni metidos en bandejas de usar y tirar. Me extrañó que ninguno de los cuatro barandas máximos hablara de agricultura y ganadería. Y eso que el PP suele definirse como el partido que defiende y apoya al mundo rural; Unidos Podemos tiene un líder que inició la campaña del 20-D en Villaralbo para respaldar a los pueblos pequeños; el PSOE asegura que el campo está entre sus prioridades y Ciudadanos quiere regenerar España con especial atención a evitar desigualdades y corregir errores anteriores. Todo perfecto, pero llega el debate, donde, en teoría, hay que definirse y, oiga, ni una palabra. Será que, como afirmó Rajoy en ese encuentro, una cosa es hablar y otra dar trigo. (Y no acertó del todo porque el refrán dice que una cosa es predicar (no hablar, don Mariano) y otra dar trigo.

Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera no hicieron ni una sola mención a la despoblación, problema que ya afecta a muchas comarcas españolas y que está empezando a preocupar seriamente en Europa, como demuestra el respaldo unánime al informe presentado el jueves en Bruselas por Juan Vicente Herrera ante el Pleno del Comité de las Regiones. No hubo ni un solo voto en contra. Todos los miembros del plenario entendieron que la caída demográfica es uno de los grandes desafíos que tiene planteados nuestro continente, que hay tomarlo en serio, adoptar medidas y poner dinero. Veremos en qué queda esto último. Aprobar y aplaudir un dictamen está muy bien, pero compromete a lo que compromete. Destinar fondos ya es harina de otro costal o, como diría don Mariano, una cosa es hablar y otra dar trigo.

De cualquier modo, lo sorprendente es que mientras Europa comienza a mirar la despoblación como uno de sus graves males con tendencia a empeorar, aquí los cuatro aspirantes a gobernarnos pasen olímpicamente del asunto cuando e enfrentan cara a cara con cámaras y micrófonos por medio y una audiencia de más de un cuarto de la población con derecho a voto. ¿Cómo no sentirse frustrado o molesto o cabreado cuando en vez de discutir sobre problemas reales y poner soluciones sobre la mesa se opta por centrar casi todo en los pactos, en si yo no me ajunto contigo, ni tú con aquel, ni este con el de más allá?

También eché en falta alguna referencia, por mínima que fuera, a la minería, en peligro de extinción y con muchas localidades de León y Palencia en fase terminal. ¿No hay nada que decir sobre una lacra que puede desertizar aún más Laciana, El Bierzo, la comarca de Gordón, la Montaña Palentina? Se ve que no. ¿Y la cultura? Silencio total. Mejor no sacar conclusiones. Nos pondríamos a llorar y a preguntarnos para qué colgarnos medallas en inauguración de exposiciones, centenarios, cantos a nuestro patrimonio, etc. si luego en dos horas y pico de debate no se dice nada de nada de nada.

En fin, que sin despoblación, ni agricultura, ni cultura ni minería han adelgazado bastante los programas electorales. La dieta de la alcachofa.