Estaba a punto de finalizar abril cuando el móvil me avisó de una llamada pendiente. Tengo que reconocer que a mí me han salvado de la hoguera en más de una ocasión porque soy bastante despistada? Había sido un mes un tanto ajetreado así que tenía que llamar por teléfono a Pilar sí o sí. Indicaciones urgentes de mi jefa para cerrar algunos temas pendientes. (Mi jefa es una persona bastante activa y bastante involucrada con los temas sociales)

-"Buenos días. Pilar, por favor". Y al otro lado me contestó una voz tan suave y cansada como cariñosa. Me presenté y fui directamente al grano, contándole punto por punto, todo lo que había escrito cuidadosamente en mi cuaderno de notas. Mi sorpresa fue cuando, después de un buen rato, aquella voz suave y cansada se había tornado en alegre y sonaba más viva.

Para Pilar, presidenta de una Asociación de Fibromialgia, nuestra colaboración fue como un regalo caído del cielo (en este caso venía de algo más terrenal?. Una humilde diputación gobernada por el Partido Popular que cada año en sus presupuestos priorizaba, y lo sigue haciendo, las Políticas Sociales. Con mayúscula, sí, me permito el lujo de escribirlo así). A partir de ese día empecé a conocer la enfermedad, más allá de lo que había leído en algún artículo o de lo que me llegaba tibiamente de algún afectado conocido. Pilar la definió de tal manera que ya nunca pude olvidar: "Para muchos, desgraciadamente, la fibromialgia es una enfermedad invisible y a veces hasta la llaman "la enfermedad del vago" , en tono despectivo". ¡Qué gran barbaridad!, pensé, después de escuchar los síntomas que ella me había descrito en primera persona? Y ella fue el primer eslabón que me llevó a conocer a otros muchos afectados que la padecen, a quienes he visto sufrir no solo de dolor, también de impotencia y frustración.

Cada persona es un mundo. Un día a día incierto, como si en 24 horas pasaran por su cuerpo las cuatro estaciones del año y se pusiesen el mismo día una bufanda y unas sandalias. Un mundo de sonrisas y lágrimas que las lleva, en algún caso, a la más absoluta desesperación.

Fibromialgia, una enfermedad no exenta de controversia en cuanto a su diagnóstico y su tratamiento. Hipócrates, allá por el llamado Siglo de Pericles, ya la definió en sus conocidos "Tratados sobre Medicina" y en el siglo XIX se le dio el nombre de neurastenia. Yo no he leído a Hipócrates más allá de cuando me tocó estudiar la antigua Grecia, pero he visto los ojos de Pilar, de Puri, de Ana, de Eva o de Yolanda y me han confiado cada una de sus historias, tristes pero muy valientes, porque todas ellas son mujeres muy valientes a pesar de su aparente fragilidad. Cada cual saca a la luz su fortaleza de un incuestionable dolor, porque saben que su día a día es una lucha continua y a su vez, luchan por sensibilizar a esta sociedad nuestra de que no son invisibles. Gritan en silencio que también necesitan una oportunidad, unos derechos reconocidos y el respeto de todos aquellos que son, precisamente, quienes las han hecho sentirse invisibles.

Desde estas líneas, hoy quiero romper una lanza por todas aquellas "Pilares" de las que tanto he aprendido. Y rompo una lanza también, por mis compañeros candidatos del Partido Popular al Congreso y al Senado que no dudaron un segundo en querer conocer esta asociación y en este caso, a sus afectadas en primera persona y sé que llevarán a cabo su compromiso con esta y otras asociaciones que han visitado y, como un granito de arena hace montañas, juntos haremos que no se sientan tan solas.

Porque el Partido Popular sí cree en las personas, sí trabaja por la Igualdad de Oportunidades y sí se preocupa por mejorar el Estado de Bienestar de todos los ciudadanos. Queremos seguir avanzando, seguir creciendo y dar visibilidad a todos aquellos que son los grandes protagonistas de su propia historia, como la de Pilar, la de Puri, Ana, Eva o Yolanda, a las que estaré eternamente agradecida por enseñarme a ver el sol aún cuando el cielo está cubierto de nubes.

Vicesecretaria de Relaciones

con la Sociedad del Partido Popular de Zamora.