De aquellas noches en los jardines de España que pintó Falla magistralmente a las veladas en las calles de Gracia, que no es la de "La Gran vía", de Chueca y Valverde, sino el barrio barcelonés tan cargado de carácter que se ha convertido en el enclave europeo de los antisistema.

Todo juega en la misma dirección: acabar con España.

Los burgueses nacionalistas, para convertir a Cataluña en su corralito -ya lo es en buena medida- y así apañar lo que sea y como sea sin que nadie lo impida.

Los bolcheviques, para liquidar el Estado opresor. No hay autonomistas ni separatistas en el sentido autoproclamado.

Los unos quieren hacer negocios con un criterio de la libertad propio de los piratas. Y los otros desean acabar con Leviatán.

Los separatas burgueses siempre han utilizado a los separatas proletarios.

El problema, ahora que están a un paso de la meta, es acabar con unos soldados colaboracionistas, tan peligrosos cuando alcancen la independencia.

Es lo que se ve en el barrio de Gracia. Los anticapitalistas dejan en un entretenimiento de niños a los podemitas, a fin de cuentas hijos de la CIA o de algo similar.

Los jugadores fuertes empezaron a enseñar sus cartas en la reciente elección-secuestro de Puigdemont. Los millonarios catalanes, tan ambiciosos como suicidas, acabarán pidiendo socorro a sus homólogos castellanos. Ya lo hizo Cambó, postrado ante el general Franco en Burgos. Y habrá que dárselo porque son españoles a pesar de sí mismos.