Se empieza a estar hartos de Venezuela en España, más en concreto de la manipulación en favor de sus intereses que están haciendo los políticos. No hay día sin noticias del país venezolano, dando cuenta del caos que allí se vive y que se traduce, según tales despachos, en miseria, desempleo, carencias básicas, revuelos y protestas en las calles, fruto de la revolución bolivariana que llevara a cabo a finales del siglo pasado el difunto Chávez y que pronto degeneró en pobreza general, falta de libertades, y presos políticos, una intolerable situación más acusada desde que Maduro accediera a la presidencia tras la muerte de su antecesor. Es algo que recuerda indefectiblemente a lo que ocurriera antaño en la Cuba castrista, desde donde los exiliados, las clases más ricas y poderosas, mantenían y mantienen un enorme aparato propagandístico, que de nada les ha servido hasta que Obama, con sensibilidad y talento, decidió romper el bloqueo estadounidense que tanto sufrimiento ha costado al pueblo cubano.

Será verdad, que lo es, según testimonios más fiables que los procedentes de la oposición, pero aquí se ha descubierto ya cómo fotos de supermercados de Caracas vacíos de alimentos no eran otra cosa que meros trucajes. Y nadie menciona la enorme riqueza que genera el petróleo venezolano, pese a que alguien vaya poniendo palos en las ruedas del engranaje. Se monta la historia de la financiación a Podemos, se lleva a la fiscalía y la denuncia se rechaza al comprobar que se trata de simples recortes de prensa sin prueba alguna de la acusación. Y esto en España, donde PP y PSOE y otros partidos han sido llevados ante la justicia por reiterada financiación ilegal. Otro acusador, un periodista conocido por su fanatismo en las tertulias, aparece ante los cámaras de televisión con otras supuestas pruebas y resulta que están copiadas de un vídeo de youtube sin ningún crédito. Hay parlamentarios que parecen representar más a Venezuela, a una clase social de Venezuela, que a sus provincias. A costa de los contribuyentes han visitado aquel país y vienen contando luego lo que les cuenta a ellos la oposición.

Aun reconociendo, sin duda, la ausencia de derechos y democracia que sufre Venezuela, pobre país rico, sigue asomando en todo ello el trasunto de una operación de los partidos derrotados en las urnas por el chavismo, que no se resignan a perder el poder y que maniobran juntos, desde la derecha acérrima y la izquierda de salón para derribar a Maduro. Están cerca de lograrlo, y ya en las pasadas elecciones consiguieron gracias a esa unión un avance muy importante, decisivo. El presidente venezolano es un energúmeno, como lo fue Chávez, y arremete contra Rajoy, molesto por la utilizada y constante presencia de su país en los medios españoles, queriendo seguramente desviar la atención de los problemas propios, lo mismo que hace España cuando nos da raciones de Venezuela hasta en la sopa para no tener que hablar de lo que aquí ocurre. Allí ha estado Zapatero a mediar, lo que supone que las cosas pueden ir aún peor. Y luego Rivera, a conquistar votos para el 26J. Más valdría que todos, los de acá y los de allá, se ocupasen preferentemente de lo suyo, que no es poco lo que tienen encima.