No es ninguna novedad, basta con salir a la calle, hablar con la gente, ver el estado de los establecimientos públicos y de los comercios, y sobre todo leer el número de parados, para comprobar cómo la clase media ha disminuido de forma evidente y claramente durante la crisis. Y tener menos clase media supone también menor consumo, con todo lo que ello arrastra luego, pues cualquiera sabe que ese sector poblacional es uno de los motores del desarrollo y uno de los puntales de la economía y el progreso de los países. Lo difícil parecía poder cuantificar esa pérdida de masa y un reciente informe, de gran difusión, acaba de hacerlo: la clase media española cuenta con tres millones y medio menos de personas que solo hace unos años, entre 2004 y 2013 exactamente.

Es el resultado de un prolijo trabajo de la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Estudios Económicos que maneja esa cifra redonda en base a la metodología tradicional de clasificar los hogares según su nivel de ingresos anuales, lo que ya de entrada ha originado como resultado una profunda desigualdad social. Al comienzo de la crisis, el porcentaje de clase media, con rentas medias de más de 28.000 euros, llegaba al 60 por ciento. Pero a partir de ahí ese porcentaje no ha dejado de caer, lo mismo que sus ingresos, lo que a su vez ha originado un importante incremento de las clases más débiles y desfavorecidas, mientras los sectores de las rentas más altas, un 12 por ciento, no solo se mantenía sino que aumentaba en número. Actualmente, y según el informe, la clase media estaría conformada por el 50 por ciento de la sociedad y la clase baja por un 38 por ciento, siendo la más afectada por el paro y por el empleo en precario, temporal y mal pagado, que crea este Gobierno.

Cierto es que la dura crisis ha afectado a todos los países, a unos más que a otros, pero en España la situación se hizo especialmente brusca y desoladora porque se llegaba desde una burbuja que se había desinflado brutalmente y que tuvo como inmediata consecuencia el tremendo aumento del desempleo hasta llegar a ser el país europeo con mayor índice de paro. Y aún sigue siendo uno de los que acumula mayor número de parados. La llegada al poder del PP, tan esperada, dado el estado de desesperación creado en la sociedad por el impresentable Zapatero, no solucionó nada, en contra de lo que se esperaba de Rajoy y aún aumentó la gravedad con sus burdas y egoístas medidas de recorte y ahorro, que recaían principalmente sobre las clases medias y las más modestas. Contención de salarios y pensiones, tremendo aumento de la presión fiscal, deterioro de los servicios básicos, y todo ello mientras la casta política mantenía sus privilegios y se dilapidaba sin control el dinero público.

En aquellos años, escribía el polémico académico Pérez Reverte refiriéndose a Rajoy: "Está quemando su mayoría sin tocar un pelo de este monstruoso derroche. Tiene miedo de que se rebelen los sicarios, los trincones de lo caliente, los barones locales que han hecho de este disparate su negocio. Así que Rajoy lo exprimirá todo y a todos antes que tocarles el negocio a los compadres". Pues eso.