Nadie pone en duda que un abrazo es una muestra de cariño. Y eso es así en todas las culturas. El abrazo transmite calor, afecto. No obstante hay un abrazo tramposo. Se conoce como "el abrazo del oso", una aparente demostración de afecto que en el fondo encierra una trampa. Cuando se produce semejante abrazo, el achuchón no se corresponde con una manifestación de estima, sino más bien de ahogo, de asfixia, de liquidación. Pues bien, Pablo Iglesias escenificó en la madrileña Puerta del Sol el abrazo del oso. El abrazado no era otro que Alberto Garzón, al que acabará destrozándole las costillas. El abrazo de Iglesias a Garzón tienen un único objetivo, socavar desde dentro IU, fagocitarla y si te he visto no me acuerdo. Iglesias se agarra estos días a un clavo ardiendo, con tal de frenar lo que dicen las encuestas. Y las encuestas no son nada favorables al líder podemita y a su partido.

Por cierto, preso de esa soberbia y arrogancia que le acredita, Iglesias sigue en plan "perdonavidas", humillando al PSOE y a Sánchez y repartiéndose un gobierno que nada tendrá que ver con el resto de gobiernos de la Europa que, de momento, nos sigue siendo común. Porque, a ver, este chico, al más puro estilo Tsipras, ¡y mire cómo está Grecia!, quiere doblegar a Europa, sacar a España de la Otan, convertirla en una República bolivariana, etc., etc., etc.

Con este chico en el poder puede que se cumpla aquello que Alfonso Guerra vaticinó sin fijarlo en el tiempo, a España no la reconocerá ni la madre que la parió. Yo no sé usted, pero yo no quiero que España se parezca a Venezuela, a Cuba o a Irán, donde los derechos y libertades de los ciudadanos son un sueño irrealizable y donde se gobierna con mano excesivamente dura. Garzón, el pobrecico, no se entera de nada. Sonríe. Piensa que se necesitan, sin medir los grados de necesidad, sin darse cuenta de que el curtido en la batalla del populismo y el cálculo electoral, Pablo Iglesias ha propiciado una alianza estratégica que conviene más a Podemos que a IU. Garzón quiere salvar a toda costa a su empresa que se hunde y cree, en contra de las voces de la experiencia, que esa es la solución.

No tardará en sentir los efectos de ese abrazo engañoso a la par que liquidador. Al líder de Podemos le urge salir del atolladero en el que está metido, es decir, necesita votos y para mantener el tipo ha hecho una operación en apariencia redonda. No dudo tanto de la intención de Garzón como de la intención de Iglesias. El dilema surge a la hora de la votación, para qué votar IU si se está votando a Podemos. Pues nada, directamente el voto a Podemos que será el gran beneficiado de una alianza con la que Pablo pretende amedrentar al PSOE de Sánchez que está apoyando a IU en ayuntamientos como el de Zamora, o lo que es igual, después del 26J estará apoyando a Podemos, allá donde quiera que se apoyen mutuamente.

Iglesias necesita votos. Garzón necesita financiación, de ahí este matrimonio de conveniencia. Pero sabido es que "el que se casa por el interés es criado de su mujer". Tengo para mí que el papel de la mujer corresponde a Iglesias.