En el mar seco de Castilla la Vieja que diría el pensador que más deseaba la inmortalidad, aunque no creyese en ella, don Miguel de Unamuno, una ciudad Toro vive inundada por el agua del arte en sus plurales dimensiones. Toro con su magnífica exposición de Las Edades del Hombre, después de luchar con paciencia y sabiduría, es un chorro de agua fresca en estos tiempos en los que un estéril y reseco laicismo quiere ahogar y sumergir todo la historia religiosa de España en el desierto del ateísmo. Aqva en Toro se ha constituido en eje temático y conductor para comprender el sentido de la vida y de la Salvación tanto en el Antiguo Testamento, como en Nuevo Testamento, personificados en el hombre del río Jordán, Juan el Bautista, quien derrama el agua penitencial sobre el mismo hijo de Dios y hombre verdadero Jesucristo, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Según el máximo responsable de la exposición de Toro, la finalidad de la misma es clara, porque no se trata de una exhibición laica de maravillas religiosas, sino que el visitante a través de las obras de arte, mediadoras plásticas, lleguen a la fe. El epicentro de esta magna exposición de Las Edades del Hombre de Toro basada en Aqva es La Colegiata, en su interior predominan dos elementos el azul del cielo, convertido en una larga marea celeste. En La Colegiata la madre de todas las iglesias de Toro se encuentra los cuatro capítulos de los seis que componen la muestra, que la han convertido en un río simbólico, el Jordán. La visita a Las Edades del Hombre de Toro exige unos mínimos conocimientos bíblico-religiosos y de arte para captar su sentido y significado, a lo que ayuda y mucho el material explicativo muy didáctico y muy presentado. Toro que es mucho más que la ciudad del buen pan y del mejor vino, lleva camino de convertirse con su magna exposición Aqva, en la playa espiritual más refrescante del verano 2016.

Fidel García Martínez