No lo lograrán. No harán que cambiemos nuestra forma de vivir. No modificaremos nuestros hábitos cotidianos por culpa de su fanatismo y su autoritarismo. No nos impondrán su miedo y, ni mucho menos, nos obligarán a aceptar su terror.

Yo seguiré yendo en metro cuando me encuentre en Madrid, seguiré bajándome en Chamartín, en Atocha, lugar que bien conoce por desgracia lo que significa el terror, o en cualquier otra estación de tren o autobús española sintiéndome una ciudadana libre. Sin nada que esconder y luchando a diario por esta democracia que entre todos nos dimos y que entre todos seguimos creando cada día. No tendré miedo por mucho que se empeñen en que cualquiera de nosotros viva asustado en cada uno de sus trayectos diarios.

No podrán con nosotros. No lo harán los terroristas que atentan contra lo más elemental de nuestra sociedad: nuestra libertad. Un valor que detestan y que es nuestro más preciado bien. Lo han vuelto a hacer. Esta vez ha sido en Bruselas, en el corazón de Europa. Antes fue París. Y antes fueron Londres, Nueva York, Casablanca? o Madrid. Nos quieren sumisos, sometidos y eso es algo que no vamos a tolerar.

Nos atacan a nuestra forma de vida. Odian que salgamos a cenar un viernes por la noche con nuestros amigos a charlar de la vida. O que vayamos a un concierto de música. O que acudamos a un partido de fútbol. Odian que tomemos un avión para reencontrarnos con nuestras familias o que cojamos un metro para asistir al trabajo. Atacan a la esencia de nuestra libertad.

Y ante eso no podemos amedrentarnos. Por más que se empeñen en demostrarnos todo lo contrario. El miedo es libre, por supuesto. Pero nuestra razón es la razón de la libertad. Una libertad que se enfrenta a ese miedo pero que, por supuesto, es más fuerte, más pura y, sobre todo, más necesaria que nunca.

Porque si renunciamos a nuestra libertad les estaremos dando la razón. Habrán ganado. Es lo que desean, pero no lo van a conseguir. No se puede vivir con miedos. Hemos de volver a salir a la calle, reaccionar pacíficamente y volver a los mismos lugares en los que hemos estado, practicando las mismas actividades de siempre. Que sepan que no nos puedan quitar la libertad. Jamás.

Así lo haré cada día. Así hemos de responder ante esta barbarie que nos ha vuelto a golpear de frente. Es momento para que la unidad de todos los que defendemos la libertad se haga más patente y más firme que nunca. No caben las fisuras y, ni mucho menos, caben las medias tintas. O se está del lado de quienes defendemos la libertad o se está del lado de quienes nos las quieren arrebatar. No se puede navegar en la equidistancia política con el pacto antiyihadista. Pasar de perfil ante este tipo de terrorismo es ofender tanto a las víctimas como a los que cada día dejan sus sueños y sus desvelos para protegernos de estos asesinos. La abnegación y entrega de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tanto las españolas como las de los países de nuestro entorno, son ejemplares en la lucha contra el terrorismo. Son los garantes de nuestra libertad y es de justicia reconocérselo.

Nuestra sociedad no puede vivir con miedo. Gritemos bien alto que no tenemos miedo, que no van a conseguir doblegarnos, que nuestra libertad es más poderosa que su fanatismo y que seguiremos apelando a la unidad para enfrentarnos a un enemigo que nos quiere cobardes. Seamos valientes, plantemos cara a esta sinrazón. Entre todos, lo lograremos. Vivamos sin miedo.

(*) Senadora y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Zamora