Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Puede ser, pero solo en el caso de que no podamos encontrar palabras que expresen los sentimientos que nos haya provocado. La imagen, al igual que la música, son percibidas de forma inmediata por los sentidos, conocimiento intuitivo. Más lenta y procesada es la palabra.

Cuando la palabra es capaz de expresar los sentimientos y emociones que han provocado la imagen o la música, es ella la que toma el protagonismo y realza la belleza, elevando la categoría de esa percepción. La palabra nombra y dice, ordena, hace realidad lo real y lo irreal, introduce en el orden simbólico.

No deja de ser llamativo y admirable que un festival de música vuelva la mirada hacia las palabras de las partituras y las convierta en el epicentro de esta edición: del sentimiento al sentido, del sonido al significado. En esta ocasión, una vez más, el Festival Pórtico hace gala de su originalidad, estableciendo un nuevo lema, "Palabras", que da coherencia y sentido al conjunto de conciertos escogidos.

Y una vez más, lo que pudiera parecer simplemente un lema, expresa un concepto fundamental en la existencia del ser humano, al igual que hizo en ediciones anteriores, siempre basados en principios transcendentales o en las grandes pasiones que tiene que enfrentar el hombre a lo largo de su vida: Escrito en el Paraíso, El espejo de Dios, El Divino Arquitecto, La melancolía, La despedida...; una lectura, en fin, que siempre pone de manifiesto una forma de pensar y entender la música como expresión de nuestro modo de vida: "tras las notas fijadas en un papel hay una manera de vivir" (A. Martín Márquez)

Una reflexión sobre el valor del texto, sobre el valor de la palabra, escrita, hablada o cantada. La palabra, siempre palabra fundante, esa que hace que el cachorro humano se convierta en persona, a diferencia de las demás especies; que el sujeto se convierta en un significante para otro significante (Lacan), entrando a formar parte de esa cadena simbólica. Esa palabra, que está preparada como un ajuar antes de que el niño nazca, tal y como escribió en su precioso poema Pedro Salinas. Esa palabra que toma el protagonismo en un momento de la historia de la música, que no es otro que el devenir histórico del ser humano y del concepto que tiene de sí mismo, en particular desde el Renacimiento. Una palabra a la que entonces empieza a servir la música, en un giro copernicano de la composición.

Para muestra, uno de los mejores ejemplos que se podía escoger, el concierto de Les Arts Florissants sobre los Madrigales de Monteverdi y su evolución de la "prima prattica" hacia la "seconda prattica", en la que, como decía Paul Agnew, en la mente del compositor estaba primero la palabra, después la música. Un acierto pleno repetir la conferencia previa al concierto. Después, Joao Fernandes, magistral, puso en valor la importancia del texto permitiendo, sin duda, otra forma de escuchar los Madrigales.

La coherencia de esta edición en base a los textos, así como la categoría de todos los conciertos seleccionados, es incuestionable. Forma Antiqva, Xavier Díaz y Christophe Rousset. Exquisito y de excepcional belleza el concierto de Tasto Solo que ha cerrado el Pórtico, sobre polifonía medieval recuperada en Zamora y Burgos, con un laborioso y meritorio trabajo de investigación en lo que fue su gestación.

Satisfacción también por el respaldo y la presencia institucional, que creemos se merece el Pórtico. Y la respuesta del público, que viene de todas partes, llenando los conciertos. Nuestro respaldo también, siendo conscientes del trabajo y el esmero que implica durante tantos meses un acontecimiento tan cuidado.

Decía Antonio Moral en una entrevista reciente sobre la promoción del Centro Nacional de Difusión Musical, que el Pórtico era un festival modélico. Nosotros también lo pensamos. Felicidades una vez más a su director.

Fernando García Roncero