Cuentan las crónicas que la entrega de los Óscar fue tan larga, pesada y rollo como suele ser habitual. Pero viendo el resumen parece, al contrario, que la gala resultó más amena y entretenida que en las últimas ocasiones anteriores. Con las estatuillas muy repartidas y justamente repartidas además. Y para que nada faltase, no faltó el debate, centrado en esta ocasión en una acusación del racismo existente, según algunos, en el cine americano, aunque más que en el cine, en la nominación para los galardones de la Academia de Hollywood que han llegado ya a su edición número 88.

Realmente, la acusación y la polémica generadas estuvieron presentes en toda la celebración, en el ambiente, y en las excesivas puyas y sarcasmos del presentador, que era negro. Pero de forma distinta a lo que suele suceder en la entrega de los premios españoles, los Goya, que cada año cuentan con un elaborado motivo de protesta con trasfondo político. En Madrid, las quejas son expresadas de forma más cutre, mientras que allí se hace, generalmente, de forma más inteligente y cultivada. Cada cual en su sitio. Y si aquí no suelen fallar ministros al evento, en Hollywood estuvo presente a lo largo de la ceremonia el vicepresidente del Gobierno representando a Obama.

Pero en los Óscar como en los Goya lo importante y lo que interesa y satisface la curiosidad del público son las estatuillas, cuyo otorgamiento y entrega es lo que de verdad crea discusión. Esta vez, sin embargo, la mayoría de las opiniones coinciden en el buen criterio con que parecen haber sido dados los premios. No siempre ganaron los favoritos pero todos se llevaron algún galardón. Dos películas partían como virtuales ganadoras: "El renacido" y "Spotlight" y si una se llevó el Óscar al mejor director, la otra copó la distinción máxima: la de mejor película. Curiosamente, el mejor realizador volvió a ser el mejicano Alejandro González Iñárritu, que ya el año anterior se hizo con la estatuilla por una sobrevalorada "Birdman". Éxito grande de un cineasta hispano, para que luego llegue Trump y arremeta contra la inmigración fronteriza. Y doble éxito, pues también consiguió el Óscar al mejor guion, en el caso de "Spotlight" una investigación sobre la pederastia protagonizada por curas, en Boston, y que ya había obtenido antes el Premio Pulitzer de periodismo.

Otro aspecto curioso fue contemplar cómo la gala premiaba, por fin, a dos artistas nominados en varias ocasiones pero que se habían quedado al final sin galardón: Leonardo DiCaprio, que lo lograba con "El renacido", y el compositor italiano Ennio Morricone, que lo disfruta merecidamente a los 87 años de edad. Cuenta el músico con un Óscar de honor, hace varios años, pero no es lo mismo. Morricone es el autor de bandas sonoras tan conocidas como las de "La misión", o la mítica "El bueno, el feo y el malo". En cambio se quedó sin premio el viejo Rocky, Sylvester Stallone, que contaba como uno de los favoritos. Por lo demás, el glamour de siempre en la alfombra roja, algo que aunque imitado una y otra vez es marca y seña exclusiva de Hollywood.