Henos aquí, hoy, en la fecha señalada para la escenificación en el Congreso de la farsa, el remedo, el sainete o la pantomima como ha sido calificada despectivamente desde PP y Podemos, y no sin razón, de la sesión de investidura para investir al candidato socialista Pedro Sánchez como presidente de Gobierno con el único apoyo de los 40 escaños que aporta Ciudadanos. Una suma de 140 escaños que serán barridos en esta primera jornada y que salvo sorpresa mayúscula se repetirá, de modo definitivo, el viernes próximo, en un segundo acto que abrirá las puertas a nuevas elecciones.

Cierto es que hasta entonces, hasta que ese momento final de la representación se produzca, reinará la incertidumbre por mucho que todas las apuestas señalen que Podemos no se abstendrá en la segunda votación. Pero se habla de algún acuerdo de última hora con el PSOE, de pacto exprés y a la carta, de concesiones y hasta de chantajes y amenazas más o menos veladas, pues no hay que olvidar que existen comunidades y ayuntamientos socialistas o regidos por Podemos que se han formado gracias a la alianza de las fuerzas de izquierda. Así que como se comentaba el otro día hasta el fin nadie es dichoso y solo cuando el recuento último indique que Sánchez ni siquiera consigue la mayoría simple, en el PP respirarán tranquilos, asidos a eso de que mientras hay vida hay esperanza.

Rajoy, aunque fuese encargado luego por el rey de formar Gobierno y esta vez aceptase, no tiene la menor posibilidad de conseguirlo. Lo seguirá intentando, con ayuda de Ciudadanos, que ya se ha vuelto a brindar a ello, faltaría más, pero el PSOE tras la derrota en la investidura aparecerá más cerrado que antes a cualquier posibilidad de un pacto que consideran antinatural y una traición a sus votantes. Sin Rajoy, las cosas pueden que fuesen algo más fáciles, pero todo va a seguir igual, según se dice en el PP, al menos hasta pasadas las elecciones de finales de junio. Y también lo seguirá intentando Ciudadanos, que continúa jugando a dos bandas y que da cada vez más la impresión de querer tocar poder sin importarle al lado de quién sea. En cuanto al PSOE quedará a la expectativa y a la espera de si Sánchez, tras la pobre gestión de la oportunidad concedida y perdida, volverá a ser candidato, con la asamblea por medio. Solo una mitad de los militantes socialistas ha respondido a la consulta a las bases y es que muchos no han aceptado el ninguneo que se ha hecho a Pablo Iglesias en favor del partido de Rivera, al que consideran una derecha descafeinada pero una continuación del PP al fin y al cabo.

Si el viernes se consuma, que se consumará, la investidura sin presidente, quedan dos meses por delante antes de convocar nuevas elecciones, en los que el rey presumiblemente se reunirá de nuevo con los líderes políticos. Por lo pronto, Podemos ha vuelto a dar el primer paso y ya ha ofrecido al PSOE iniciar la semana próxima nuevas conversaciones y negociaciones, aunque sea pensando en los comicios del 26 de junio si se producen pero tratando de evitarlos si se puede. Lo que sucede fatalmente es que los condicionantes son los mismos, los que conducen a la única salida: la repetición de las elecciones.