Año bisiesto, año siniestro y encima un 29 de febrero para decidir las cuitas de una semana previa a las tradicionales de pasión y santa y también la festivalera que se ha sacado de la manga la sacerdotisa Carmena. Para Pascuas nos habrán hecho las pascuas. A ver qué calendario prescriben esta mañana -pridie, el día antes de las kalendas de marzo- para unas jornadas tasadas.

Hoy, pastelean.

Mañana, mitin de investidura.

El miércoles, todos ponen a parir a Sánchez que fracasa, ya con las doce de Cenicienta en el reloj.

Jueves, a reponer fuerzas: los diputados no son Hércules y tres días seguidos de escaño pueden dejar sus señoriales posaderas hechas fosfatina.

Viernes, minidebate y también con Cenicienta descalza Sánchez es elegido presidente. Bueno, es posible que todo ocurra el sábado técnicamente -a las dos o las tres de la madrugada- o de lleno.

O quizá no sea elegido y venga semana de pasión, santa, festivalera, pascual y no lo que haga falta.

A mi juicio, y lo vengo diciendo desde septiembre, Sánchez va a ser el próximo presidente del Gobierno. O él o Rajoy que tiene tantas posibilidades como Manolín el Pinzu por poner un ejemplo. Sánchez presidente y no para desarrollar ese pacto con Ciudadanos de mil copias distintas si no para cambiar la Constitución y que catalanes et alii se independicen de la ley a ley, según la doctrina Fernández-Miranda. Sí, año siniestro.

(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente "La danza de las sílfides", de Berlioz).